Martes, 23/4/2024   Paso de los libres -  Corrientes - República Argentina
 
POR SONIA SANTORO
Una responsabilidad de todos
En su libro Apegos feroces, la escritora estadounidense Vivian Gornick repasa su vida en Nueva York mientras habla con su madre mayor y apela a su memoria. En un momento, su madre le pide que le hable de su aborto. Sabe que Vivian abortó a los 30 años, pero nunca ha sacado el tema. Vivian sabe que su madre aborto tres veces durante la Gran Depresión, pero tampoco lo mencionó nunca.

--Aborté con las piernas contra la pared en un apartamento de la calle ochenta y ocho oeste... --dice Vivian.

--Yo lo hice en el sótano de un club nocturno de Greenwich Village, por diez dólares, con un médico que la mitad de las veces que te despertabas lo hacías con la mano en su pene.

Los relatos de abortos remiten a un mundo femenino muy lejano al mundo de los hombres; dos esferas que muy pocas veces se tocan en Apegos feroces. El mundo femenino se teje en base a silencios, susurros, secretos, cosas que se hacen a espaldas de los hombres. Eso pasa en la Nueva York de Gornick y también acá.

Cuando tenía 16 años, mi madre me llevó a abortar a un consultorio de La Plata en el que ella había abortado años atrás. Todo lo hicimos a escondidas de mi padre. No sé si alguna vez él lo supo, supongo que no. De lo que pasó jamás se habló, como dice una mujer que cuenta su aborto en el libro Relatos que rompieron el silencio.

El aborto, como se repitió ayer hasta el cansancio, pasó, pasa y seguirá pasando. Las mujeres abortamos a espaldas del marido, amante, padre. Las mujeres hemos tenido ese poder en nuestras manos. Y también hemos sufrido opresión por la clandestinidad y la condena sexual que implicaba e implica todavía hoy. Relatos... habla de eso. Las voces de mujeres catamarqueñas sacaron su aborto del closet y podemos leer frases con las que las persiguieron, culparon, estigmatizaron por abortar: “Puta, calentona, prostituta”. “Pensé que te cuidabas”. “Me llevó a un descampado”. “Más vale que no se queden embarazadas”. “Sentí culpa, vergüenza”. “Lo hice porque tenía que reparar un error, pero no sé cuál fue”.

Con esta media sanción estamos a un paso de romper el paradigma del aborto como un problema solo de mujeres o del mundo femenino. La decisión siempre será nuestra pero ya no en soledad, no a escondidas, no criminalizadas, porque el aborto será visible, legal, seguro y gratuito. Y será una responsabilidad de todos: sociedad y Estado no podrán mirar para otro lado.

Alcanzar la ley será como poner un pie en la luna.


Viernes, 11 de diciembre de 2020

   

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