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EL FUTURO DEL KIRCHNERISMO
Un apoyo amplio a los rasgos distintivos del kirchnerismo
Una encuesta de Ibarómetro revela que casi el 50 por ciento de la sociedad hace un balance positivo de todo el ciclo kirchnerista. La medida más valorada es la AUH. Seis de cada diez personas acuerdan con la estatización de YPF y las AFJP, y con el matrimonio igualitario.

Pese a todos los agoreros, el gobierno nacional termina el año con buenas evaluaciones y altos atributos de gestión. La Presidenta sigue con más del 50 por ciento de imagen positiva. Pero además la mitad de la población manifiesta su acuerdo con algunos rasgos que considera distintivos de la gestión kirchnerista: que el gobierno nacional protege los intereses nacionales; que promueve la intervención del Estado en la economía; que es capaz de soportar presiones y que viene reduciendo la desigualdad social. La medida más valorada es la Asignación Universal por Hijo, aunque seis de cada diez personas se manifiestan también de acuerdo con la estatización de YPF, la Ley de Matrimonio Igualitario, y también tienen alta valoración la estatización de las AFJP y de Aerolíneas Argentinas.

La conclusiones surgen de una amplia encuesta nacional hecha en forma exclusiva para Páginað12 por la consultora Ibarómetro, fundada por Doris Capurro y que hoy lidera el sociólogo Ignacio Ramírez. En total se entrevistaron a 1200 personas de todo el país, respetándose las proporciones por edad, sexo y nivel económico-social. El sondeo se realizó y procesó en la semana en que la democracia cumplió 31 años, y la presidenta Cristina Fernández de Kirchner redondeó su séptimo año de mandato.

“En términos de rumbo, el kirchnerismo evidentemente ha logrado constituirse en algo más que una suma de políticas públicas –sostiene Ramírez–. Se ha convertido en un rumbo, modelo o proyecto. Alrededor de la mitad de los argentinos asocia al kirchnerismo con determinados valores y orientaciones; es decir, le reconocen una hoja de ruta: inclusión, Estado presente, gestualidad valiente y soberanía. Aquí se presenta un desafío interesante para el kirchnerismo, ya que los atributos nunca están en el aire sino que se condensan en liderazgos particulares. En este sentido, el kirchnerismo enfrentará el de- safío de transferir esos atributos (que lo singularizan) a quien termine siendo el candidato del espacio.”

En los últimos tiempos, según coinciden todas las encuestas, la firmeza frente a los fondos buitre contribuyó mucho a afirmar esa imagen de liderazgo ante las presiones. Pero a esto se agrega que se llega a fin de año con otros fantasmas en retroceso: que habría corrida por el dólar, que se produciría una notoria pérdida de las reservas y, como en años anteriores, que se concretarían huelgas y conflictos sindicales. Nada de eso ocurrió.

Por otra parte, el titular de Ibarómetro considera que “un dato interesante radica en que el balance retrospectivo del ciclo kirchnerista suscita una valoración superior a la nota que consigue la gestión cotidiana, lo cual ilumina un desafío para la oposición y un activo para el oficialismo. Recordemos que las dos alternancias partidarias producidas desde el ‘83 –las de Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa, pero también la de Carlos Menem– estuvieron apalancadas por una mayoritaria valoración negativa del ciclo político que se cerraba. En este caso, la pulsión por el cambio no domina la escena sino que compite con un extendido deseo de conservar una amplia serie de lineamientos generales. Cuando el balance de lo que se pone en cuestión es positivo, no es tan sencillo cambiarlo”.

Por de pronto, la Presidenta sigue con poco más del 50 por ciento de imagen positiva, un número impensado para la mayoría de los consultores cuando hacían sus pronósticos hace unos meses. El año había empezado con rebeliones policiales, corridas cambiarias, devaluación y la perspectiva de que iba a ser muy difícil negociar las paritarias. Hoy, la mandataria llega al año electoral con fortaleza en la imagen.

Si se pregunta a los encuestados sobre todo el ciclo del kirchnerismo, el 49 por ciento hace un balance positivo, lo que constituye también una proporción alta. Es justamente a lo que se refiere Ramírez: evaluaciones de ese estilo no las tuvieron al momento de irse De la Rúa, ni Alfonsín ni Menem. Todos ellos se fueron de la Casa Rosada con números de imagen muy deteriorados y, sobre todo, con evaluaciones negativas sobre la totalidad de su gestión.

Entre las medidas más valoradas está la Asignación Universal por Hijo con el 62 por ciento, la estatización de YPF con el 60 por ciento, la Ley de Matrimonio Igualitario, la estatización de las AFJP y la de Aerolíneas Argentinas. El Fútbol para Todos también está bien visto, si se tiene en cuenta que hay una parte de la población que no es futbolera –en especial mujeres–, lo que lleva a deducir que tiene una alta valoración entre los que tienen pasión por el fútbol. Y lo propio pasa con la ley de medios, pese a la durísima campaña en contra que se desató desde los grandes medios.

Más allá de medidas puntuales, el oficialismo está a punto de entrar al año electoral con un perfil que le deja una buena base. Más de la mitad de la población está de acuerdo en que defiende los intereses nacionales, algo que para la gente se hizo más notorio en la pelea con los fondos buitre. Está claro también que el kirchnerismo promueve la intervención activa del Estado en la economía, pero hay otros dos rasgos contundentes que sostienen su performance electoral: es un gobierno fuerte, capaz de soportar presiones, opina el 49,8 por ciento; y es un gobierno que viene reduciendo las desigualdades (49 por ciento).

Como suele ocurrir, la imagen o las opiniones positivas no son necesariamente votos, pero es una parte de la población que a la hora de tomar la decisión del sufragio tendrá en cuenta los puntos fuertes de unos y otros, de oficialistas y opositores. Y en este terreno, al menos hasta el momento, el oficialismo exhibirá uno de los perfiles más poderosos: el de gobernabilidad. Más aun teniendo en cuenta los enormes problemas que en ese terreno tuvieron distintos gobiernos, y en especial el de la Alianza. Como ya publicó este diario, ocho de cada diez opositores están en contra de un acuerdo entre fuerzas que no sean más o menos homogéneas, justamente porque temen una crisis como la que se desató tras la experiencia de la Alianza.

Del otro lado, el oficialismo también afronta su problema. “Uno de los principales hallazgos del trabajo radica en el conjunto de evidencias que acredita que el kirchnerismo es una nueva identidad política –redondea Ramírez–. Es decir, el kirchnerismo no puede ser analizado únicamente como un gobierno sino que debe ser mirado, también, en clave cultural, dado que existe un porcentaje importante de argentinos que se declara kirchnerista, y para quienes esa adhesión constituye un vector de su identidad.” El gran tema –como lo señala Ramírez– es cómo transferir esa identidad en un cambio de mandato como el que se producirá el año próximo. Y allí parece centrarse una opinión de los encuestados que tal vez sea también un deseo: el 80 por ciento de los que aprueban la gestión del Gobierno piensa que CFK seguirá liderando el kirchnerismo aun después de las próximas elecciones. Y, antes que eso, el titular de Ibarómetro también analiza que esa identidad o perfil debe ser encarnado por un candidato a las elecciones de 2015.


Lunes, 15 de diciembre de 2014

   

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