MUNDO Que los refugiados no paguen por el terror del que están huyendo Cerrar las fronteras y culpar a los inmigrantes musulmanes por los ataques en París, daría a ISIS el "conflicto de civilizaciones" que ansía.
La recuperación de un pasaporte sirio en el sitio de uno de los ataques terroristas de París tiene a la prensa europea y a los políticos de derecha del continente en algarabía.
El documento encontrado cerca de los cuerpos de uno de los terroristas suicidas había sido registrado por las autoridades griegas en la isla de Leros el 3 de octubre de 2015, dando lugar a la especulación de que algunos de los atacantes pueden haber sido jihadistas que viajan desde los campos de batalla de Siria a Europa posando como refugiados.
A pesar de que la identidad del pasaporte del titular real se desconoce (el documento podría haber sido robado), la derecha xenófoba ya está tratando de sacar provecho de la noticia para obtener beneficios políticos.
El sábado, el nuevo Gobierno de derecha de Polonia aplastó los planes de la UE para hacer frente a la actual crisis de refugiados mediante la redistribución de los solicitantes de asiloentre los Estados miembros. El Ministro del país para Asuntos Europeos declaró que, "Polonia debe mantener el control total sobre sus fronteras, el asilo y la inmigración".
Horst Seehofer, primer ministro conservador de Baviera y un aliado clave de Ángela Merkel, de manera similar declaró que "tenemos que saber quién está viajando a través de nuestro país. Junto con más medidas de seguridad, se necesita un control más estricto de las fronteras europeas, y también de las fronteras nacionales".
Por supuesto, todos aguantamos la respiración mientras los extremistas de derecha, sin duda, intensificarán su violencia verbal y física contra los musulmanes y los refugiados en los días venideros.
Seguir los pasos de este desvergonzado alarmismo y fanatismo nacionalista sería el error más grande que Europa podría cometer en este momento. Daría a los extremistas precisamente lo que buscan: la intensificación de las tensiones internas, la elaboración de los ataques como parte de un conflicto religioso, y el cierre de las fronteras europeas a los cientos de miles de personas que huyen de la guerra en Siria e Irak.
La verdad es que las narrativas y los objetivos de la derecha xenófoba de Europa y de los extremistas religiosos de ISIS se alimentan uno al otro en un círculo vicioso.
Cada vez que hay un ataque terrorista, hay un aumento en el apoyo a la derecha anti-inmigrante; y cuando los xenófobos europeos se sienten envalentonados para atacar o despotricar contra los musulmanes, los jihadistas lo presentan como una herramienta más de justificación y reclutamiento para su guerra santa contra los infieles y los cruzados.
La única cosa que puede romper este círculo vicioso es dar un paso fuera de él: rehusándose a ceder ante el miedo, las narrativas binarias, las llamadas al cierre de fronteras, de abrogar las libertades civiles y militarizar la sociedad.
La solidaridad sigue siendo nuestra arma más poderosa contra el terror. A medida que el activista de la Primavera Árabe, Iyad El-Baghdadi - que sigue activamente la charla entre centenares de yihadistas y cuentas islamistas en Twitter - ha señalado, "Nada enoja más a los extremistas islámicos" que "ver una respuesta humana, moral [de Europa] a la crisis de refugiados".
Esta observación tiene sentido. Muchos de los refugiados sirios que encontraron santuario en Europa están huyendo directamente del terror de ISIS. Otros, por supuesto, están escapando del terrorismo de Estado del régimen de Assad, mientras que un puñado, sin lugar a dudas, son jihadistas extranjeros que regresan a Europa. Sin embargo, gran parte de la sociedad europea (no sus estados) dio la bienvenida a estos refugiados con los brazos abiertos, fundamentalmente socavando la narrativa del "choque de civilizaciones" del que tanto depende la extrema derecha europea, como los jihadistas para su supervivencia y su éxito.
En este sentido, las movilizaciones, #RefugeesWelcome, del pasado verano fueron una espina en el costado de los extremistas de ambos lados de la supuesta división de civilizaciones - precisamente porque rompió de forma activa la falsa oposición binaria que la sustenta.
A diferencia de la última ronda de ataques en enero, esta vez los yihadistas no golpearon ni los símbolos del Estado francés (como la policía, el ejército o monumentos nacionales), ni su comunidad judía o a sus intelectuales públicos conocidos por criticar al Islam (como los editores de Charlie Hebdo o el supermercado Kosher).
En cambio, como Manu Saadia ha señalado, los ataques fueron dirigidos a la París cosmopolita: a la bulliciosa vida nocturna en la multicultural, rive droite("reducto de socialistas inconformistas"); a los jóvenes que asistieron al concierto de una banda de rock’n roll californiana; y al estadio nacional - el epítome del ‘black, blanc, beur’ ideal de integración "exitosa" de las minorías inmigrantes a la República.
Estos ataques cobardes, en otras palabras, deliberadamente evitaron a los agentes del imperialismo y de la islamofobia - más bien, fueron directamente dirigidos a los elementos progresistas de la sociedad francesa, no sólo porque constituyen un "blanco fácil" de golpear, sino precisamente porque representan una amenaza elemental a las diversas ideologías de odio.
En cuanto al pasaporte sirio, todavía no sabemos realmente a quien pertenece, pero una cosa es clara: el que lo trajo quería que lo encontraran. ¿Sino por qué llevar un pasaporte a una misión suicida? Esto fue claramentehecho con la intención de enviar un mensaje político a los franceses: "Usted nos bombardean, y dan la bienvenida a nuestros enemigos con los brazos abiertos. Ahora que hemos penetrado sus fronteras e infiltrado su sociedad. No estarán seguros".
Si esto suena extrañamente parecido a la declaración que la política de derecha, Marine Le Pen, ha venido haciendo en los últimos años, es porque refleja esencialmente la misma visión del mundo beligerante - y es precisamente por eso que debemos rechazarla.
La gran mayoría de los refugiados que han llegado a las costas de Europa estos últimos meses, son las personas que huyen precisamente del tipo de violencia asesina que ahora ha golpeado en el corazón de Europa. En lugar de separarnos con muros y vallas cada vez más altos, estos ataques deben acercarnos a las víctimas de los conflictos en todas partes.
Como seres humanos, tenemos la obligación moral de continuar dando la bienvenida a las personas que huyen del terror estatal, religioso e imperialista, de dondequiera que vengan - al igual que nosotros, como ciudadanos europeos, tenemosla fuerte obligación política de continuar la lucha contra el fascismo en todo sus formas y disfraces.
Martes, 17 de noviembre de 2015
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