LA MANDATARIA SALIO FORTALECIDA DE UN FALLO JUDICIAL Se disipan las nubes para Dilma Luego de la marcha en defensa de la democracia de la semana pasada, Rousseff y el PT han generado iniciativas a las que debe dar respuesta un frente golpista. La oposición perdió ímpetu y se profundizaron las disputas.
“¿Cuándo se termina este año?” le preguntó un empleado del Ministerio de Hacienda a otro mientras la presidenta Dilma Rousseff ponía en funciones al nuevo ministro del área, Nelson Barbosa, tan festejado por el Partido de los Trabajadores (PT) como denostado por los banqueros de San Pablo y Wall Street. La anécdota ocurrió en el Palacio del Planalto el lunes casi al anochecer. En la sede del gobierno había mucho público, algo nada habitual para esta fecha, vísperas de Navidad, cuando Brasilia suele estar desierta de informaciones, ministros y parlamentarios.
Una de las noticias de ayer la generó la presidenta, fortalecida por un fallo reciente del Supremo Tribunal Federal sobre el “impeachment”, quien denunció que la derecha quiere forzar un “golpe” a pesar de la inexistencia de una causa consistente.
“Tengo una vida limpia, así lo fue en el pasado y es en el presente”, afirmó Dilma ayer en el estado de Bahía, región nordeste.
El lunes por la mañana durante su participación en la cumbre del Mercosur realizada en Asunción del Paraguay la presidenta también hizo un elogio al orden institucional y recordó los años de regímenes de excepción.
En el plano internacional esa posición tiene como primera lectura su apoyo a la estabilidad en Venezuela a la vez que se opone a la injerencia externa en los asuntos propios de Caracas.
El segundo plano de esa argumentación expresada ante los mandatarios del Mercosur es dar a entender que si ella fuera desalojada, quienes la sucedan en el poder serán golpistas como lo fueron en 2012 los que derrocaron en Paraguay a Fernando Lugo con una pantomima de juicio político.
Por eso algunos miembros de la delegación brasileña tomaron nota de las palabras elogiosas del nuevo presidente pro témpore del bloque, el mandatario uruguayo Tabaré Vázquez que remarcó la responsabilidad “institucional” y la integridad de Dilma. “Estamos con usted compañera”.
En el frente interno el discurso pronunciado ayer por Dilma en la región nordeste, la más pobre del país, combina la defensa de la democrática con la agenda social. “La tesis (de la oposición) de cuanto peor mejor, es lo peor para el pueblo brasileño y lo mejor para unos pocos. Tenemos que garantizar que Brasil vuelva a crecer y generar empleo”.
Estas palabras coinciden con el compromiso de frenar la desocupación del 8,9 por ciento, un tema al que es sensible el nuevo ministro de Hacienda Nelson Barbosa, un profesor desarrollista, y tenía sin cuidado al ex Joaquim Levy, un neoliberal clásico que a fuerza de cortar gasto público y asfixiar el crédito a la producción dejó una recesión proyectada del 3,7 por ciento este año y cerca del 2,5 por ciento en 2016. Las guardias periodísticas seguían apostadas ayer por la noche el Planalto donde hay un equipo de reporteros y camarógrafos junto al camión de exteriores y un toldo pues nadie descarta que surjan informaciones impactantes en cualquier momento en el ámbito político, económico y judicial donde se tramita la causa del “Petrolao” por estafas millonarias contra Petrobras.
Como sucede en otros países sudamericanos, en Brasil la corporación judicial procede como un partido. Gran número de jueces milita en el antipetismo lo que explica por qué la mayoría de los acusados y presos en el “Petrolao” son dirigentes del PT sin que se aplique la misma severidad con el Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB) cuyas causas generalmente prescriben.
Este año, seguramente el más adverso de los 13 que el PT lleva en el gobierno, no terminará el 31 de diciembre pues la presidenta y sus enemigos del PSDB continuarán operando durante el receso veraniego en previsión de las próximas batallas políticas en torno del impeachment.
Hubo, eso sí, un cambio en la situación de los contendientes.
Luego de la marcha multitudinaria en defensa de la democracia de la semana pasada, Dilma y el PT son los que han generado iniciativas a las que deben dar respuesta un frente golpista dividido entre el PSDB, del ex presidente Fernando Henrique Cardoso, y el Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), del vicepresidente de la República Michel Temer, que a pesar de ser parte del gobierno milita por el impeachment. Sobre eso habló ayer el jefe del gabinete Jaques Wagner para quien comenzaron a disiparse “las nubes” que amenazaron derrocar a Dilma que, pese al momentáneo impasse, continuará trabajando la semana próxima. “La amenaza no está totalmente superada, ellos van a continuar con sus intentos (destituyentes) pero podemos comenzar 2016 con una expectativa positiva” ponderó pausadamente Wagner, hombre de confianza de Dilma y el ex presidente Lula da Silva.
Wagner es un petista experimentado, de perfil componedor, que sólo carga las tintas cuando la situación lo merece. Por eso motivó comentarios su embestida directa contra el vicepresidente Michel Temer al que definió como un “traidor” que no sólo perdió la confianza del PT sino también de algunos dirigentes del PSDB que hasta hace diez días lo impulsaban como jefe de un gobierno de “unidad nacional” a ser formado tras la eventual destitución de Rousseff.
El plan golpista del vicepresidente Temer, que hace dos semanas parecía incontestable, logró la adhesión de la Federación de Industriales de San Pablo y el ex presidente Fernando Henrique Cardoso.Pero en los últimos días Temer sufrió una serie de reveses. La rebelión de varios caciques de su partido, el PMDB, rumores que lo vincularon al cobro de sobornos en el escándalo de Petrobras y una encuesta en la que el 68 por ciento de los consultados dijeron que su imagen es regular o mala. Con la variable Temer puesta en cuestión, la oposición perdió ímpetu y se profundizaron las disputas intestinas.
Miércoles, 23 de diciembre de 2015
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