POR BOUCHET MATIAS La historia de cómo es dar clases en una escuela prestada. Desde hace 45 años, los alumnos y el personal docente y no docente del Colegio Secundario Arturo Frondizi, realizan sus actividades en una escuela prestada. El nivel medio de dicho establecimiento funciona en un lugar que pertenece al nivel primario; fue la primera escuela nocturna de la ciudad y desde ese momento están a la espera de su propio edificio, que tan solo se concreta en las promesas. Este emblemático colegio de nuestra ciudad está funcionando en la planta alta de un edificio antiguo sin ninguna modificación, donde los avatares del tiempo están a simple vista. Además de la escuela primaria que funciona en ambos turnos, está la escuela secundaria que tiene casi 900 alumnos divididos en los 3 turnos. La parte que se ha “prestado” al nivel secundario tiene tan solo 7 aulas, cuando lo necesario para su funcionamiento “correcto” por la cantidad de divisiones deberían ser 10. Es el turno mañana el que posee mayores problemas, ya que a la tarde la cantidad de aulas es suficiente y a la noche se ocupan los sectores de la primaria.
Para solucionar en parte el problema de espacios del turno mañana se utiliza la sala de computación que funciona como un aula más; ésta también cumple su objetivo principal, pero al tener tan solo 10 computadoras se dictan clases de computación por trimestre, dividiendo los cursos. Pero como de igual manera esto resulta insuficiente, y debido a esta precaria situación, se solicitó en préstamo a la Iglesia Católica San José, un espacio para dar clases. Es así que desde hace 2 años los alumnos, docentes y un preceptor se dirigen todos los días a la Iglesia a cumplir las funciones que, naturalmente, deberían cumplir en el edificio escolar.
Al enterarse de esto, la supervisión de escuelas secundarias, no vio con buenos ojos que una escuela pública funcione en un establecimiento católico y sugirió a los directivos que vayan a otras escuelas a pedir aulas prestadas porque no querían que sigan en ese lugar; en ningún momento se insinuó que ellos lo iban a solucionar. “Nosotros no podemos ir a otro lugar por una cuestión de distancia; es la Iglesia lo que más cerca nos queda, además no hay ninguna escuela en libres a la cual le sobren aulas”, relatan desde la escuela.
Tener que convivir con la escuela primaria -donde muchas veces no coinciden las actividades- es un problema, por lo que en la escalera que lleva al pequeño espacio donde funciona el sector secundario, se colocó una reja para que cuando haya actividades en la planta baja, los alumnos no se dirijan a ese sector. “Este año nos vimos obligados a cambiar los horarios de recreo para que no coincidan, porque si no había problemas con los alumnos de la primaria”, -relatan nuestras fuentes- lo que lleva a que los alumnos no tengan un espacio al aire libre donde esparcirse y su único lugar de circulación es un pequeño pasillo que no supera los 8 mts. cuadrados. Esto demuestra que la escuela secundaria Arturo Frondizi no cumple con el más mínimo requisito de condición edilicia planteado por el código de edificación, ni por la Ley de Educación Nacional N° 26.206.
En los baños nos encontramos con que no tienen puerta, ni agua; “viene el ingeniero una vez por mes a ver si puede solucionar el tema del agua, se cambió la bomba pero sigue el mismo problema”, cuenta una preceptora que tiene la llave de la puerta de entrada al pasillo que lleva a los baños. “No podemos dejar abierto porque si no viene gente de afuera y se mete, los alumnos ya saben, van y me piden y yo les abro o les doy la llave”, afirma. Además describe que a principios de año pusieron una malla metálica entre los baños de varones y mujeres “porque al estar los dos juntos los gurises se subían para espiar a las chicas”.
Acá no se está reclamando únicamente que se cumpla con las condiciones edilicias adecuadas, como por ejemplo las propuestas del “Código Rector de Arquitectura Escolar”, las “Normas estándares para la construcción escolar” propuesto por UNESCO, o bien los “Criterios y normativas básicas de arquitectura escolar” de 1998 del Ministerio de Educación que hoy día rigen en el país y al cual Corrientes suscribe en el mismo momento. Sino que además hay todo un entramado de inseguridad para las personas que asisten a ese escuela, “estamos en un lugar en el que los riesgos de que se lastimen están presentes todo el tiempo, como cuando se desprendió un pedazo del techo, que luego los alumnos nos ayudaron a sacar antes que caiga y lastime a alguien”, narran quienes fueron participes de esto.
Todos los años el personal de la escuela Arturo Frondizi comienza las clases con las mismas esperanzas: que en algún momento se concrete la nueva escuela. Pero lo único que llega desde el Ministerio de Educación es la partida de leche. “que se les da a los alumnos en las aulas ya que no hay un espacio donde realizar esta actividad; somos la escuela más pobre de la ciudad, no solo en la parte edilicia, sino también en la pobreza de la gente que acude, es muy difícil mantener a los alumnos en clase, ya que muchos trabajan y terminan abandonando”, cuentan quienes viven esto día a día, que además afirman que el trabajo es doble, porque deben brindarles una contención a los alumnos y ayudarlos en todo lo que puedan para que no dejen de ir.
La infraestructura escolar es un eslabón fundamental en la cadena de aprendizaje, arquitectura y pedagogía no pueden ser tomadas por separado. Los espacios de enseñanza deben estar adaptados a los cambios del mundo moderno y a una tarea tan imprescindible para la sociedad como es la educación. Es imposible pensar en un rendimiento adecuado de las partes en lugares sin las más mínimas condiciones de higiene, de ventilación, de luminaria y de espacios.
Fuente: Todolibres.
Jueves, 22 de agosto de 2013
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