Latinoamérica Brasil: El camino que se sabe, bien se anda Lula ha sido enfático en salvar a las comunidades autóctonas de Brasil, la lucha contra la minería ilegal y la deforestación en la Amazonía.
La reconstrucción de Brasil es el principal sueño del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, tras cuatro años de un régimen marcadamente neoliberal.
"Nuestras primeras acciones apuntan a rescatar del hambre a 33 millones de personas y rescatar de la pobreza a más de 100 millones de brasileñas y brasileños, que soportaron la más dura carga del proyecto de destrucción nacional que hoy se cierra", dijo Lula en su primer discurso a la nación.
El primero de enero de este año, Luiz Inácio Lula da Silva fue investido como presidente de la República Federativa del Brasil, tras triunfar con el 50,9 por ciento del total.
Es el primer brasileño que llega tres veces a la Presidencia, esta vez con 60.345.999 de votos, según se conoció el 30 octubre 2022 a través del portal web del Tribunal Superior Electoral (TSE) y después del escrutinio del 100 por ciento de las actas.
Fue también en su día el presidente más popular de Brasil, con un auge económico entre 2003 y 2011, que aprovechó a favor de los más de 20 millones de personas que fueron sacados de la pobreza extrema, al propio tiempo situó a Brasil en la escena mundial. Cuando dejó ese cargo, lo hizo con un índice de aprobación superior al 80 por ciento.
La investidura de Lula en 2023, 20 años después del inicio de su primer mandato, completa -desde el 2018- la suma de varios Gobiernos de tendencia izquierdista en algunos países de América Latina y llega para desempeñar, además, un papel importante en la comunidad mundial.
Mi Casa, mi Brasil Desde su campaña electoral, Lula expresó en las favelas de Río de Janeiro que “tenemos que terminar con esta historia de que el Estado solo aparece en la comunidad con la policía. Antes de que venga la policía, tiene que venir la salud, la cultura, la educación”.
Entre las medidas más populares, desde el comienzo del actual Gobierno, está la reestructuración del programa habitacional "Mi Casa, Mi Vida", destinado a las familias con bajos ingresos que regresan al programa con el apoyo del subsidio.
Durante el Gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro, el programa original “Mi Casa, mi Vida” fue reemplazado y por Casa Verde y Amarilla, detenido en la pandemia, no sin contradicciones políticas, financieras y arquitectónicas.
El mayor programa previsto en toda la historia de Brasil para la vivienda popular, instrumentado por Lula de Silva desde el 2009 al 2014, tuvo como objetivo la disminución de las desigualdades sociales, con la mejoría en el desarrollo sostenible de las ciudades brasileñas.
En este relanzamiento, deberá hacerse cargo durante los próximos tres años -2023 a 2026- de la edificación de unas 2,7 millones de viviendas en seis municipios brasileños. Por este motivo, ya aumentó el límite para el primer tramo de renta, en beneficio de los núcleos cuyo pago por arrendamiento esté por debajo de los 2.640 reales brasileños (equivalentes a unos 511 dólares mensuales).
También deberá aumentar el techo de financiamiento de 96.000 a 150.000 reales brasileños para familias vulnerables, a las que se les crearán oportunidades habitacionales inclusivas y urbanizadas, conectadas con la vida social.
El portal Brasil 247 destaca las disposiciones del nuevo Gobierno para atender y visibilizar áreas históricamente ignoradas, como garantizar el pago de los 600 reales (112 dólares al mes) para familias necesitadas.
La primera medida contra el hambre es la llamada Bolsa Familia para más de 21 millones de núcleos poblacionales, beneficiarios del programa de transferencia de renta vigente en Brasil, indicó Prensa Latina.
El nuevo Gobierno prorrogó por otros 60 días la exención de tributos federales en los combustibles y definió la estructura para el combate contra el delito ambiental.
Igualmente, dio inicio a la reestructuración de la política de control de armas para ampliar la seguridad de la población brasileña. Por el momento, se suspenden las autorizaciones de nuevos clubes de tiro hasta la edición de nueva reglamentación. Reduce el acceso a las armas y municiones e igualmente suspende el registro de nuevos artefactos de guerra de uso restringido para los cazadores, tiradores y coleccionistas (CACs).
Un despacho de Prensa Latina reseña la prohibición del transporte de armas municipales, la reducción -de seis a tres- en la cantidad de equipos bélicos para el ciudadano común y la negativa a la práctica de tiro deportivo para menores de 18 años.
Yanomami Lula da Silva calificó de genocidio el escenario del pueblo indígena yanomami, al comprobar la catástrofe sanitaria que enfrenta esa población en el estado de Roraima, ubicado en el extremo norteño del país.
Entre el estado de Amazonas y en el territorio de Roraima, en la frontera con Venezuela, habitan entre 10.000 a 12.000 yanomamis.
La desnutrición infantil es latente en la mayor reserva aborigen del país suramericano, donde 570 niños de esta etnia murieron de hambre y de contaminación por mercurio, denunció Lula tras su visita a Roraima.
De acuerdo con el Ministerio de los Pueblos Indígenas, encabezado por Sônia Bone Guajajara -una de las más importantes líderes indígenas- en 2022 murieron 99 niños del pueblo yanomami a causa de la minería ilegal en la zona. También la Asociación Urihi Yanomami confirmó el fallecimiento de una mujer indígena por su grave estado de desnutrición.
En este contexto, la expresidenta Dilma Rousseff expresó que el genocidio yanomami “tiene motivación, la codicia de los mineros que invadieron sus tierras. Y tiene autor, Jair Bolsonaro, quien defendió la invasión y negó asistencia médica a los indígenas”.
A propósito, el Ministerio de Salud anunció que, por la falta de sanidad en los pueblos nativos, deben acelerar la reactivación del programa Más Médicos para reclutar profesionales formados en el país o en el exterior, con el objetivo de asistir a los Distritos Sanitarios Indígenas.
Para los más de 896.000 indígenas de Brasil, que habitan la región amazónica, el hospital más cercano está ubicado a varios días en barco y solo podría atenderlos con servicios limitados.
“Para nosotros, civilización es el comportamiento que tenemos en relación a la tierra. Para los no indios, es el desarrollo, progreso. Es una inversión de comprensión. Para mí, somos el pueblo más civilizado que existe. Para nosotros, la vida es inseparable de la naturaleza”, expresa Sônia Bone Guajajara (Tierra Indígena Arariboia, Maranhão, 6 de marzo de 1974) al frente de Articulação dos Povos Indígenas do Brasil.
Al respecto, Lula ha sido enfático en salvar a las comunidades autóctonas de Brasil, la lucha contra la minería ilegal y la deforestación en la Amazonía.
Se estima que existen 896.917 personas indígenas en Brasil, según refirió la Organización Internacional del Trabajo en 2021. Estas aparecen distribuidas entre 305 grupos étnicos, los que han visto su territorio reducido al mínimo tras sucesivas invasiones y usurpaciones a manos de gobiernos, empresas madereras, ganaderas y extensas plantaciones.
Muchas comunidades han sido diezmadas, por lo que en 2010 la población de origen indígena representaba en Brasil el 0.4 por ciento, según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
“Hay también pueblos indígenas en contexto urbano, sin entender dónde insertarse, porque las personas piensan que no deberían estar en la ciudad. Siendo un país originalmente indígena, Brasil ya ha tardado mucho tiempo para superar la ignorancia de no percibir la existencia indígena, de no respetar esa presencia y de mirar sin ver. No se puede pensar más en el indio de una manera romántica, salvaje. Nosotros existimos”, reiteró en su momento la ministra de los Pueblos Indígenas.
La salud de Brasil Actualmente, el Ministerio de Salud de Brasil organiza una primera etapa de una nueva campaña de vacunación nacional contra la Covid-19, que atenderá al principio a personas con más de 70 años, quilombolas (afrobrasileñas), comunidades indígenas, inmunodeprimidos y habitantes de instituciones de larga permanencia.
Posteriormente, serán inmunizadas personas desde 60 años y mujeres embarazadas o paridas. En la cuarta fase recibirán sus vacunas los profesionales de la medicina, informa Prensa Latina.
El Gobierno de Lula asegura la base social para garantizar el apoyo de una mayoría parlamentaria. Va más allá de quienes lo votaron, aquellos que también rechazaron el intento de golpe de Estado del 8 de enero del 2023.
Antes de partir hacia Florida, Estados Unidos, el exmandatario Bolsonaro dijo en directo desde sus redes sociales que “Brasil no acabará el 1 de enero. Hemos perdido una batalla, pero no perderemos la guerra”.
Previo a eso, el ultraderechista saliente insistió -sin pruebas y durante meses- en dudar del sistema electoral de Brasil. Como parte de la estrategia, al perder las elecciones se negó a reconocerlo.
Además, también dejó la repolitización de las fuerzas armadas y de seguridad, que dio cabida a unos 6.000 uniformados activos y retirados en diferentes esferas de poder, comenta Radio Habana Cuba.
Todavía hoy, mucha gente recuerda los 21 años de la dictadura militar en Brasil. Hasta la restauración de la democracia en 1985, los militares fueron protagonistas de la política brasileña.
Tras los ataques golpistas del pasado 8 de enero, más de 50 militares de seguridad en la residencia presidencial y en otros edificios gubernamentales fueron desplazados, informa el Diario Oficial de la Unión citado por PL. Estos ceses ante la actuación de los militares durante esos hechos.
Mientras Bolsonaro permanece en los suburbios de Orlando, afirma que “volverá a liderar” la oposición en Brasil, sin fecha de regreso. Sin embargo, el exmandatario está vinculado a cinco investigaciones separadas. Una de ellas, acerca de su probable conexión con “milicias digitales”.
El propósito Mientras “el palo va y viene”, como dice el refrán, Lula avanza con prisa porque para gobernar con tranquilidad, necesita mantener y expandir rápidamente su base social por todo Brasil.
“Estoy aquí para gobernar este país en una situación muy difícil, pero con la ayuda del pueblo vamos a encontrar una salida para que el país vuelva a vivir democráticamente. A partir del 1 de enero de 2023 gobernaré para 215 millones de brasileños, y no sólo para los que me han votado. No hay dos países. Somos un Brasil, un pueblo, una gran nación”, dijo Lula da Silva al iniciar sus cuatro años de Gobierno para el período 2023-2027.
La situación no es la misma de antes, pero quién duda de la fuerza probada de su propósito.
Jueves, 2 de marzo de 2023
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