Por Tata Sigillo Pensar Libres como lo que ya es: diagnóstico de un nuevo presente  Hace mucho que Paso de los Libres dejó de ser aquella ciudad chica en la que todo quedaba a cinco minutos, y donde bastaba con barrer, iluminar y mantener limpias las calles para administrar con cierta eficacia. Esa postal entrañable de un pueblo tranquilo ya no alcanza para explicar lo que somos hoy.
Con el paso del tiempo —y sobre todo desde que mejoró de manera notable nuestra conectividad con los principales centros urbanos y logísticos del país y la región—, Libres empezó a transformarse. El comercio internacional, el transporte, la administración pública, la educación, el turismo y los servicios fueron empujando el crecimiento de una ciudad que ya no se parece a la de hace treinta años. Y con ese crecimiento también se volvió más compleja la vida cotidiana de sus habitantes.
Hoy, los barrios ya no terminan donde solían terminar. Lugares que hace veinte años se consideraban lejanos o semi rurales, hoy están urbanizados, habitados, organizados como comunidades que tienen derecho a vivir bien. En ese proceso, las demandas también se transformaron. Ya no alcanza con barrer, iluminar y limpiar: un municipio moderno tiene que garantizar que cada libreño y cada libreña pueda proyectar su vida en una ciudad con servicios, con ordenamiento territorial, con salud, con seguridad, con oportunidades reales.
Hoy, gobernar implica diseñar políticas que aborden con seriedad problemas como el acceso a la vivienda, los servicios básicos, la planificación del tránsito, el desarrollo de infraestructura, la oferta educativa, la seguridad, la inclusión, el desarrollo turístico, el acceso a empleos de calidad y la promoción de una economía local que potencie las capacidades de nuestra gente.
Hace poco, en una reunión con vecinos, uno de ellos me preguntó: “¿Cómo se hace para gobernar una ciudad como Paso de los Libres hoy?”. Le respondí con parte del análisis que vengo haciendo desde hace tiempo, no solo por mi experiencia como Secretario de Gobierno durante casi siete años, sino por mis más de cuarenta años como libreño. Después de escucharme, me dijo: “Lo que pasa es que usted sabe cómo funcionan las cosas. Los otros no”. Entendí entonces que hay muchas personas que necesitan saber cómo pienso, cómo veo esta ciudad y qué propongo para profundizar la modernización.
Y como no puedo sentarme a charlar cara a cara con cada uno, pensé en estas columnas como un puente. Una forma de acercar ese análisis y esas propuestas, de poner en común los datos, las ideas y los planes. De abrir un diálogo con la comunidad para que pensemos juntos cómo dar vuelta de una vez por todas los problemas estructurales de Libres.
Paso de los Libres en números
Según el último censo, en nuestra ciudad viven un poco más de 53.700 personas. Y si seguimos las proyecciones, en 2025 ese número se va a acercar a los 56.000. Somos una ciudad en crecimiento, con una tasa promedio del 1.4% anual.
Pero más allá del número, lo importante es entender cómo viven esas personas. La Encuesta de Calidad de Vida del primer semestre de 2023 muestra que tenemos una tasa de actividad del 37%, una de empleo del 34,6% y una tasa de desocupación del 6,6%.
En cuanto a las formas de trabajo, el 61,5% de los ocupados son asalariados y el 36,6% trabaja por cuenta propia. Solo el 1,6% son empleadores y el 0,3% son trabajadores familiares no remunerados. Es decir: la enorme mayoría trabaja sin respaldo, sin estabilidad, sin red.
Y cuando miramos los ingresos, la situación se vuelve todavía más alarmante. En una encuesta propia realizada a más de 350 personas, detectamos que el 82% de los libreños percibe ingresos individuales menores a 700 mil pesos, y el 43,1% ni siquiera llega a los 200 mil por mes. Solo el 18% supera los 700 mil. Esto no es una cifra más: es una señal clara de desigualdad y de urgencia.
En términos demográficos, la mayoría de la población está en edad de trabajar: el 64,3% tiene entre 15 y 64 años, y el 26,4% son niños y adolescentes. Esto significa que tenemos una ciudad joven, con energía para crecer. Pero necesitamos generar las condiciones para que ese crecimiento sea real y sostenido.
Una ciudad clave en el Mercosur
Paso de los Libres tiene una ubicación estratégica que no compartimos con ninguna otra ciudad del país. En un radio de 350 kilómetros, convivimos con más de 4 millones de personas en tres países distintos. Nuestra cercanía con Brasil y nuestra conectividad vial con Buenos Aires, Porto Alegre, São Paulo, Ciudad del Este, Salto y muchas otras ciudades nos convierte en un nodo logístico de escala regional.
Somos, además, el principal punto de intercambio comercial terrestre entre Argentina y Brasil. Solo en 2024, el comercio bilateral superó los 27.900 millones de dólares. De ese total, 8.067 millones de dólares cruzaron por nuestro paso fronterizo con Uruguayana. El 72% de ese flujo se movió por el Puente Internacional “Agustín P. Justo – Getúlio Vargas”, lo que nos posiciona como el segundo puerto seco más importante de Latinoamérica, con un promedio de entre 800 y 1000 camiones diarios.
Pensar Libres como lo que ya es
Hoy, pensar Libres sin detenernos en su estructura económica, su composición social y sus necesidades reales, es un error que ya no podemos darnos el lujo de repetir. No podemos mirar la ciudad con los mismos anteojos que hace veinte años. Libres necesita más, merece más y pide más.
A lo largo de estas columnas, que se publicarán todos los martes, voy a seguir profundizando estos diagnósticos, y también voy a compartir propuestas concretas, planes de gobierno y líneas de acción para una ciudad que necesita avanzar, sin vueltas, sin parches y sin improvisación.
Invito a cada libreño y a cada libreña a ser parte activa de esta conversación. Porque pensar juntos el futuro de Libres no es solo una obligación de quienes queremos gobernar, es una responsabilidad colectiva.
Martes, 22 de abril de 2025
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