UN ALIVIO AL ABANDONO El Buen Samaritano: movilizados por la dura realidad de la gente en las calles. Reparten un plato de comida todos los viernes, con la idea de generar un lazo afectivo con los que menos tienen. "Atendemos todo tipo de casos, desde la gente que duerme en las calles hasta cartoneros y carreros que vienen; hay de todo y cada uno es un mundo aparte", señalaron. Cada viernes en la noche, un grupo de jóvenes recorre las calles del microcentro de la ciudad. Lejos de cualquier actividad acorde a sus edades, lo que hacen es llevar con ellos un carro en el que guardan una olla con comida caliente, cubiertos y bandejas descartables, y van parando al lado de cada uno de los indigentes que viven en la zona. Se trata de los integrantes de El Buen Samaritano, voluntarios de la iglesia San Francisco Solano, que llevan, además de alimentos, "una forma de compartir la vida con los que menos tienen". Durante una de sus rees en el patio trasero del templo recibieron a EL LIBERTADOR y comentaron detalles de su forma de trabajo y el fuerte deseo solidario que los impulsa a trabajar sin francos ni vacaciones para las personas más carenciadas de la ciudad. "La actividad de este grupo se inició hace más de 10 años, siempre se trabajó de la misma manera, con encuentros durante la semana y las salidas de los viernes en la noche. La idea surgió entre los voluntarios después de ver la triste realidad de esta gente en las calles y así sin más, comenzaron con esta humilde labor", explicó uno de los chicos. En cuanto a las personas que participan durante cada jornada, sostienen que no hay requerimiento alguno más que la voluntad de trabajo. "Es un equipo muy dinámico, con mucha gente, por lo general son los más jóvenes los que salen a las calles, pero también hay gente de todas las edades, de diferentes profesiones e incluso de diferentes credos que vienen todos los viernes para sumar su granito de arena y lo hacen a la par de cualquiera", agregó otro. Las donaciones se juntan en cajas especiales que están puestas en esta iglesia y también en la Jesús Nazareno, donde funciona una especie de 'anexo', cuyos integrantes salen los lunes. Al mismo tiempo se manejan también con aportes en efectivo de algunos colaboradores. "Con eso compramos la carne y las verduras, también los jugos y condimentos. Lamentablemente, nunca es suficiente, generalmente siempre estamos en déficit y la demanda se mantiene y a veces aumenta", expresaron. PARA TODOS En cuanto a la rutina que siguen, explicaron que se inicia los miércoles en la noche con una reunión, donde se detallan las actividades del viernes. Ese día, los voluntarios comienzan a llegar a la iglesia a partir de las 19.30 para picar las verduras y empezar a cocinar. Después se preparan para salir al encuentro de las personas, de las cuales una gran mayoría ya los espera afuera. "Una cantidad importante aguarda en el portón, por lo general son carreros y cartoneros que traen sus tapers y llevan para su familia o para comer al otro día también. Para cuando terminamos con ellos, se inicia el recorrido, que de hecho ya tenemos establecido. Salimos de esta iglesia, vamos por Quintana hasta la plaza 25 de Mayo, donde seguimos derecho por Salta hasta la peatonal y de ahí hasta la plaza Cabral, donde terminamos con la salida con los mendigos que están al frente de la peatonal", completaron. Todos coincidieron en que la demanda del servicio lejos de disminuir, sigue en aumento, y la realidad que enfrentan es cada vez más dura. "Atendemos todo tipo de casos, desde la gente que duerme en las calles, los que trabajan en la vía pública, las familias de cartoneros y carreros que vienen al centro cada noche; hay niños, jóvenes y adultos mayores que reciben el servicio y cada uno es un mundo aparte", señalaron. Destacaron finalmente que entre las problemáticas las adicciones y la violencia familiar son las más sobresalientes. "También vemos muchas madres adolescentes, todas las situaciones son bastante difíciles, hay veces incluso en que somos mal recibidos o la gente se enoja y tira la comida. Pero sabemos que no la pasan bien y a nosotros nos impulsa nuestro carisma franciscano y es eso lo que nos ayuda a seguir adelante". Los chicos crearon hace poco una cuenta en la red social Facebook, donde comparten algunas de las actividades que realizan. Para el que quiera visitarla, debe buscar El Buena Samaritano Iglesia San Francisco Solano y allí podrá entrar en contacto con cualquiera de los voluntarios. PARA DESTACAR El grupo de voluntarios se reúne todos los miércoles a partir de las 21 en el patio de la iglesia San Francisco Solano. Allí definen las actividades que concretarán cada viernes, cuando se juntan a cocinar y salen a repartir la cena a las personas desamparadas que duermen en las calles del microcentro. El trabajo se expande con el tiempo, y otros grupos se suman a la tarea a modo de "anexo". Uno de éstos funciona ahora en la iglesia Jesús Nazareno, cuyos miembros salen los lunes. Y otros, que pertenecen a la Catedral, donde realizan el mismo trabajo los miércoles. "Estamos orgullosos de que esto se contagie", destacaron. "Nuestro interés es compartir con ellos" Según revelaron, su labor no se reduce sólo a realizar una especie de asistencialismo con los que menos tienen. "No hay verdadera ayuda ni tampoco solidaridad si reducimos nuestra labor simplemente a darles un plato de comida. Eso no les sirve ni a ellos ni a nosotros, es lo mismo que nada. Queremos que sepan que a nosotros realmente nos interesa lo que les pasa. Por eso conversamos, les preguntamos cómo están, les pedimos que nos cuenten. Nuestro mayor interés es compartir nuestras vidas con ellos. Y muchos se dan cuenta y por eso nos agradecen", manifestó uno de los coordinadores del grupo. En este sentido, indicaron que la comida de los viernes es más bien un medio para acercarse y hacer contacto con las personas que pasan un momento difícil. "Lo que hacemos es salir un poco de ese rol de 'yo soy el que te da' para ponernos a la par de ellos y hablar de la vida y de las cosas que quieren hacer. Les ofrecemos nuestros oídos para escucharlos, es eso lo que realmente nos interesa", completó En cierto punto reconocen que es una labor sacrificada porque no paran de trabajar en todo el año y siempre con más dificultades que oportunidades. "Acá no hay vacaciones ni feriados, cada uno sabemos que nada es fácil, pero desde el momento en que decidimos ponernos la camiseta lo hacemos con total compromiso y por nuestra labor como cristianos que somos", agregó. Siguiendo la idea de "compartir" que los impulsa, además de las salidas de los viernes durante el año, organizan dos eventos importantes. El primero es la gran Fiesta del Día del Niño que se hará en los próximos días. "Para eso elegimos un barrio en el que vemos que hay muchas necesidades y vamos ahí para que los chicos del lugar pasen una buena jornada. Esta vez repetimos la actividad en el Santa Marta, como lo hicimos el año anterior, y para eso estamos recibiendo donaciones de ropas o juguetes de los que quieran colaborar". La otra fiesta es la cena de Navidad que se hace en el patio de la iglesia, donde se abren las puertas a todas las personas que cada viernes reciben la cena. "Ese día nos juntamos, cenamos, bailamos y nos divertimos todos juntos. Compartimos nuestra alegría como hacemos desde que nos unimos a esta hermosa labor", coincidieron.
Por Noelia Barrios De EL LIBERTADOR.
Martes, 27 de agosto de 2013
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