HUBO MÁS DE 40 PIQUETES PARA PROTESTAR POR LA FALTA DE LUZ Corte de luz Varios grupos de vecinos cortaron las autopistas 25 de Mayo y Dellepiane, el Puente Alsina y las principales avenidas y calles porteñas. Los cortes de energía ya llevan 13 días. Y el calor no afloja. En el último viernes del año, la Ciudad se convirtió en un tetris gigante e imperfecto. Todo se cruzó con todo: vecinos que siguen protestando en las calles, algunos de ellos luego de 13 días sin luz ni agua, empleados que salían de sus trabajos y querían volver a sus casas y aquellos que se iban a la Costa para pasar las fiestas lejos de una Buenos Aires que se vuelve cada vez más imposible. La consecuencia, entonces, fue obvia: desde la tarde, la ciudad estuvo sitiada, taponada, con más de 40 cortes de calles en diferentes puntos.
Fue como un espejo. Calor arriba y calor abajo. Arriba: el sistema de alta presión del Atlántico sigue instalado sobre el continente y ese hecho, que genera altas temperaturas en el centro y norte del país, al mismo tiempo causa un “bloqueo atmosférico” que impide que entren masas de aire frío. Y abajo: miles de vecinos siguen sin luz y sin agua, la mayoría sin respuesta para sus reclamos y con palabras poco sensatas de los –pocos– funcionarios que intervienen en el conflicto.
En Puente Alsina se produjo uno de los cortes más importantes. Desde las tres de la tarde, un grupo de vecinos del barrio Eva Perón, en Lanús, quemó llantas y cortó el puente para reclamar que no tenían luz desde el 23 de diciembre. Se vieron escenas de paso fronterizo, de éxodo bíblico. La mayoría eligió cruzar a pie y el puente se convirtió en peatonal. Quedaron colectivos abandonados, sin pasajeros ni choferes, y por Amancio Alcorta, unos diez camiones seguían anoche a la espera de que se levantara el corte.
La situación, por momentos, fue un conflicto entre damnificados, y casi sin respuestas oficiales, lo que acrecentó todavía más la bronca. Los mismos policías que estaban del lado de provincia contaron a Clarín que estuvieron todo el día haciendo llamados a sus superiores para ver qué tenían que hacer, si tenían que desalojar el puente o no: “Nadie se hizo cargo”, dijeron, aunque finalmente el corte se liberó cerca de las 10 de la noche.
Paula Tierno venía desde su trabajo, en Lanús, en una combi: “Cuando vio que estaba cortado, el chofer empezó a dar vueltas, pero se encontraba con que había más cortes y llantas quemadas en cada esquina. Cuando llegamos a Avellaneda, el chofer nos dijo que nos bajáramos. Terminamos volviendo en tren, desde la estación de Avellaneda, y todos nos quedamos con la sensación de que era la única alternativa”, dijo Paula, que terminó pidiendo asilo a su hermana, en Once, porque en su casa tampoco había luz.
Del otro lado del corte, Graciela Mossesian había ido a ayudar a su mamá, de 90 años, que tiene luz en su edificio de Villa Devoto, pero por la baja tensión no puede usar el ascensor. Cuando Graciela quiso volver para su casa en Lomas de Zamora, se encontró con el corte en el Puente Alsina. Pero como su auto estaba entre los primeros, quedó varada, con dos de sus hijos, de 10 años, a bordo. “Entiendo la situación de esta gente, pero no pueden cortar la calle. Que vayan a protestar a la Casa Rosada”, dijo Graciela, que entre las vueltas que dio y el uso del aire acondicionado, se quedó sin nafta.
Fabián Marassi tiene una carnicería en Colombres y Constitución y fue para rescatar algo de la mercadería. “Estuve sin luz medio día. Estuve a pocas horas de perder 20 mil pesos de mercadería”, dijo. “Entiendo la protesta, es una situación de pobres contra pobres, pero nadie se hace cargo, nadie da una respuesta”.
Anoche, al cierre de esta edición, la policía esperaba la llegada de una cuadrilla de Edesur para custodiarla en el ingreso al barrio Eva Perón y tratar de resolver el problema de la falta de luz que padecen allí la mayoría de los vecinos.
En Capital, los cortes más importantes –de luz, de calles– fueron en Corrientes y Angel Gallardo, Coronel Díaz y Paraguay, Thames y Córdoba, y en Rivadavia y Senillosa. En la zona del Hospital de Niños, en Palermo, Mariana ya sabía que estaba sin luz, pero su portero le avisó que ni siquiera fuera para su casa: “Me dijo que se habían gastado las baterías de las luces de emergencia, y que en el edificio estaba todo oscuro. Ni con una antorcha se puede entrar”.
En muchos cortes de calle, los contenedores sirvieron para armar barricadas. En Carlos Calvo y Perú, vecinos sin luz decoraron los contenedores con mensajes para todos: “Macri y Cristina son cómplices de Edesur”. Y así pasaron otra noche sin luz.
Fuente: Clarín.
Sábado, 28 de diciembre de 2013
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