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EL PENSAMIENTO DE JUAN BAUTISTA ALBERDI
Por Felipe Pigna
Juan Bautista Alberdi nació en Tucumán el 29 de agosto de 1810. En 1816, mientras iniciaba sus sesiones el Congreso de Tucumán, ingresaba a la escuela primaria. En 1824, con 14 años llegó a Buenos Aires y comenzó a estudiar en el Colegio de Ciencias Morales. No se llevaba bien con el medieval régimen disciplinario del Colegio, que incluía encierros y castigos corporales y logró que su hermano Felipe lo sacara de allí. Mientras trabaja como empleado en una tienda, leía apasionadamente a Rousseau, estudiaba música, componía y daba conciertos de guitarra, flauta y piano para sus amigos. En 1831, retomó sus estudios en la carrera de Leyes pero no abandonó sus gustos musicales y, en 1832, escribió El espíritu de la música y se trasladó a Córdoba, donde pudo recibirse de Bachiller en Leyes.

Desde 1832 un grupo de jóvenes intelectuales venía reuniéndose en la librería de Marcos Sastre. Alberdi se incorporará a este grupo, compuesto entre otros, por Juan María Gutiérrez y Esteban Echeverría, que fundará el 23 de agosto de 1835 el Salón Literario, un verdadero centro cultural y de difusión de las nuevas ideas políticas, vinculadas al romanticismo europeo.

En 1837 Alberdi publicó una de sus obras más importantes Fragmento Preliminar al estudio del derecho, donde hacía un diagnóstico de la situación nacional y sus posibles soluciones. Durante ese mismo año data la publicación de La Moda, gacetín semanal de música, poesía, literatura y costumbres. Aparecieron 23 números y en sus artículos, Alberdi, que firmaba bajo el seudónimo de "Figarillo", intentaba burlar a la censura del rosismo y dejaba deslizar frases como esta: "los clamores cotidianos de la tiranía no podrán contra los progresos fatales de la libertad".

Junto a Esteban Echeverría y Juan María Gutiérrez fundó la Asociación de la Joven Generación Argentina, siguiendo el modelo de las asociaciones románticas y revolucionarias de Europa. Este grupo de intelectuales pasará a la historia como la "Generación del 37". La mazorca comenzó a vigilarlos de cerca y a perseguirlos. Alberdi llegó a Montevideo en noviembre de 1838 y colaboró en publicaciones como El Grito Argentino y Muera Rosas. De ese período son también sus dos obras de Teatro: La Revolución de Mayo y El Gigante Amapolas, una sátira sobre Rosas y los caudillos de la guerra civil.

En mayo de 1843 partió con Juan María Gutiérrez hacia París, la Meca de todos los románticos de la época. Llegó en septiembre y visitó al general San Martín con quien mantuvo dos prolongadas entrevistas. Quedó muy impresionado por la sencillez y la vitalidad del viejo general que lo abrumó con preguntas sobre la patria.

A fines de 1843 decidió, como Sarmiento, radicarse en Chile. Allí vivirá por 17 años. En un artículo publicado en El Comercio de Valparaíso dirá: "Los Estados Unidos no pelean por glorias ni laureles, pelean por ventajas, buscan mercados y quieren espacio en el Sur. El principio político de los Estados Unidos es expansivo y conquistador".

Al enterarse del triunfo de Urquiza sobre Rosas en la batalla de Caseros el 3 de febrero de 1852, escribe Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina y se lo envía a Urquiza que le agradece su aporte en estos términos: "Su bien pensado libro es, a mi juicio, un medio de cooperación importantísimo. No ha podido ser escrito en una mejor oportunidad". La obra será una de las fuentes fundamentales de nuestra Constitución Nacional sancionada el primero de mayo de 1853.

Dirá comentando el texto: “Reconociendo que la riqueza es un medio, no un fin, la Constitución argentina propende por el espíritu de sus disposiciones económicas, no tanto a que la riqueza pública se grande, como bien distribuida, bien nivelada y repartida; porque sólo así es nacional, sólo así es digna del favor de la Constitución, que tiene por destino el bien y prosperidad de los habitantes que forman el pueblo argentino, no de una parte con exclusión de la otra”. 1

Mantendrá ardientes polémicas con Sarmiento en torno a Urquiza, a quien decide brindarle todo su apoyo. El gobierno de Paraná lo nombra "Encargado de negocios de la Confederación Argentina" ante los gobiernos de Francia, Inglaterra, el Vaticano y España. El 15 de abril de 1855 partió hacia Europa. Visitó los Estados Unidos, donde se entrevistó con el presidente Franklin Pierce y luego viajó a Gran Bretaña, donde conoció a la reina Victoria. Finalmente llegó a París para quedarse por 24 años. Regularizó las relaciones con el Vaticano y consiguió el reconocimiento de nuestra independencia por la reina Isabel II de España.

Tras la derrota de Urquiza en Pavón Alberdi fue despedido por Mitre de su cargo y reemplazado por Mariano Balcarce. Hacía dos años que no cobraba su sueldo y el nuevo gobierno se negaba a pagarle le adeudado y mucho menos a costear su viaje de regreso. Comentó entonces: "el mitrismo es el rosismo cambiado de traje".

Tuvo que quedarse en París. Sus únicos y escasos ingresos provenían del alquiler de una propiedad en Chile.

Durante la Guerra de la Triple Alianza, Alberdi, como José Hernández y Guido Spano, apoyará decididamente la causa paraguaya y acusará a Mitre de llevar adelante una "Guerra de la Triple Infamia" contra un pueblo progresista y moderno. Bajo la profunda impresión que lo produjo el conflicto publicó en 1872 El Crimen de la Guerra, uno de los más notables alegatos antibelicistas que se hayan escrito, que cobra hoy, en el mundo de la “guerra preventiva” una notable actualidad. "De la guerra es nacido el gobierno militar que es gobierno de la fuerza sustituida a la justicia y al derecho como principio de autoridad. No pudiendo hacer que lo que es justo sea fuerte se ha hecho que lo que es fuerte sea justo.(…) El ‘derecho de la guerra’, es decir, el derecho del homicidio del incendio, de la devastación en la más grande escala posible. (…) Estos actos son crímenes por las leyes de todos los países del mundo. La guerra los sanciona y los convierte en actos honestos y legítimos, viniendo a ser la guerra el derecho del crimen. (…) El castigo de los gobernantes que han provocado y comenzado la guerra, como reparación de su crimen de lesa humanidad, sería más justo y más eficaz como medio de prevenir su repetición, que lo serán jamás las indemnizaciones pecuniarias que, debilitando al pueblo, afirman y robustecen el poder de los opresores”. 2

Agudo observador de la realidad argentina escribió: “La dificultad no consiste en saber cómo pagar la deuda, sino en cómo hacer para no aumentarla. (…) En los países nuevos en que la habilidad abunda más que el juicio, se da frecuentemente el nombre de empréstitos para obras públicas a lo que en realidad son obras públicas para empréstitos. Así tan pronto como el empréstito es conseguido, la obra pública queda sin objeto. Cuanto más irrealizable mejor sirve la obra a su objeto, que es el empréstito en sí mismo, no la obra”. 3

En 1879 una alianza entre Roca y Avellaneda lanzó la candidatura de Alberdi a diputado nacional. Llegó a Buenos Aires el 16 de septiembre de aquel año y tuvo una participación decisiva en los debates parlamentarios sobre la Ley de Federalización de Buenos Aires, que le dio finalmente una Capital Federal a la República. El senado, bajo la presión mitrista, rechazó el proyecto de publicación de sus obras completas y su nombramiento como embajador en Francia. Le estaban cobrando su militancia contra la guerra del Paraguay, entre otras cosas. Cansado y humillado decidió alejarse definitivamente del país.

Partió rumbo a Francia el 3 de agosto de 1881 confesándole a un amigo "lo que me aflige es la soledad". Murió en Nueilly-Sur-Seine, cerca de París el 19 de junio de 1884.


Miércoles, 19 de febrero de 2014

   

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