DEBATE/ORGANIZACIONES ARMADAS Sobre la “demonización de Montoneros” ¿Cuál es la razón por la cual se viene generando desde sectores políticos, intelectuales y desde el interior mismo del movimiento peronista, la demonización de Montoneros? No es el propósito de esta nota la defensa de Montoneros sino reconocer que, con sus aciertos y errores, la organización formó parte de la resistencia peronista, la misma que hoy lleva adelante el pueblo argentino en el marco de un gobierno democrático.
Mucho se ha hablado y escrito sobre los años 70 y la militancia de esa época, en especial la de los grupos guerrilleros (tildándolos de grupos “armados”, como si fueran sólo organizaciones militares y no político-militares). En Uruguay los Tupamaros, en Chile el MIR, en Argentina FAP, FAR, ERP y Montoneros.
Hay algunos puntos o aspectos que creo indispensables para tener en cuenta cuando se analiza esa militancia. Y digo “esa” militancia, porque está muy de moda cargar las tintas sobre los errores y en especial sobre la “violencia”, práctica común entre estos grupos. Y estas opiniones se dan no sólo entre los políticos e intelectuales sino también desde dentro del movimiento peronista. Los Montoneros siempre fueron peronistas, mal que les pese a los grupos de derecha del peronismo. No podemos olvidar que el primer hecho emblemático, por cierto, de esta organización, consiste en el ajusticiamiento de uno de los militares que más combatió al peronismo y que hasta ese momento había provocado la muerte de muchos militantes de la “resistencia”, desde el golpe perpetrado contra el general Perón en 1955, el General Pedro Eugenio Aramburu.
Habría que preguntarse cuál es el motivo de tamaño ensañamiento, teniendo en cuenta que fueron derrotados y asesinados por esa dictadura antiperonista.
Como si la teoría de los dos demonios no sólo siguiera vigente sino que además, hubiera un demonio peor que el otro y ése fuera Montoneros. Desde muchos sectores del peronismo y otros ámbitos políticos y sociales ajenos a él, aparece como la organización que “provoca” y “convoca”, por así decir, a la represión. Sin embargo, hay una opinión consensuada en considerar que la represión, (o el mal llamado “Proceso de Reorganización Nacional”) que comienza el 24 de marzo de 1976, es un plan sistemático para instalar un modelo económico y social liberal y antidemocrático que necesitaba el aniquilamiento de toda oposición al mismo.
Me pregunto cómo alguien - dotado de un mínimo de pensamiento lógico- puede hoy en día y después de casi 40 años de la represión más grande de nuestra historia, seguir afirmando que la “culpa” de los 30 mil desaparecidos es de Montoneros, cuando en todo caso, si tuvieron tanto seguimiento popular, no se les puede achacar a ellos sino a todo un pueblo que quiso resistir contra la dictadura militar.
¿Qué fue- o es- lo que genera la demonización de Montoneros? ¿La utilización de las armas? En este sentido, es un hecho consabido que esa violencia se ejercitaba sólo contra los que habían violado sistemáticamente los derechos del pueblo, y lo seguían haciendo.Por otra parte era parte de una estrategia de “marcar” al enemigo, de afuera (EEUU y su Pentágono, CIA, y corporaciones multinacionales), y de adentro (los liberales, conservadores, los dueños del poder político y económico, responsables de la esclavitud, pobreza y marginación de la mayor parte de los argentinos). ¿Se podría haber hecho de otro modo? ¿Cómo lo sabremos? Lo que si sabemos es que todos ellos fueron honestos, sacrificados, patriotas, luchadores incansables por la justicia social, herederos de la resistencia peronista iniciada en 1956, con la instauración de la dictadura militar de Rojas y Aramburu.
No es el propósito de esta nota la defensa de Montoneros, sino en todo caso reconocer que, con sus aciertos y errores, Montoneros formó parte de la resistencia peronista, la misma que hoy lleva adelante el pueblo argentino, con el liderazgo de nuestra presidenta Cristina, desde dentro de un gobierno democrático.
Quiera Dios que los argentinos no debamos lamentar nunca más la dolorosa pérdida de nuestra mejor juventud.
Por Susana Ramus.
Viernes, 4 de abril de 2014
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