MOYANO Y BARRIONUEVO CELEBRARON LA ADHESION, DESDE EL GOBIERNO DIJERON QUE SE BASO EN LA FALTA DE MOVILIDAD Un paro en la rueda Los sindicalistas dijeron haber interpretado “la bronca de la gente”. En el Gobierno respondieron que era muy difícil medir el acatamiento, dado que la gente no pudo llegar a sus trabajos, y cuestionaron los motivos de la protesta. “Los carneros que vayan caminando o en bici.” Con ese tono habían comenzado el miércoles los dirigentes gremiales a anticipar lo que sucedería durante el paro de 24 horas que realizaron ayer con la falta de transporte en el centro de la escena. “Estamos interpretando lo que la gente quería expresar y eso quedó de manifiesto, la bronca que hay en la gente, el desencanto por la falta de respuestas del gobierno nacional”, señaló el dirigente de la CGT opositora Hugo Moyano, al finalizar la jornada minimizando el efecto de los piquetes que se desplegaron para impedir el tránsito. En el Ministerio de Trabajo comparaban el impacto del paro anterior, en 2012, y el de ayer, “donde se ve claramente el tema del transporte. El paro tuvo impacto, pero basado en la influencia de la falta de medios para acercarse a trabajar, se hace muy difícil medir el acatamiento real”.
“Espero que al Gobierno le alcance la inteligencia para dar respuesta a estos reclamos”, aseguró Moyano con agresividad después de anunciar “un acatamiento del 90 o 95 por ciento” al paro en todo el país. Sentado al frente del escenario y flanqueado por sus laderos en la huelga, el gastronómico Luis Barrionuevo y el estatal Pablo Micheli, y dirigentes de los gremios que conforman el moyanismo, el líder camionero insistió con que “el Gobierno tome en cuenta lo que expresó el pueblo de manera voluntaria en la extraordinaria jornada de protesta”. Por otro lado, en el Ministerio de Trabajo analizaban en diálogo con Página/12 que “en la zona metropolitana hubo un fuerte impacto de la falta de transporte, que fue bastante menor que en el interior. En lo inmediato, seguimos trabajando con la agenda de los trabajadores, que es compartida entre las centrales obreras con la diferencia de que algunos sí quieren dialogar, que son la mayoría”, en alusión a la CGT oficial que conduce el metalúrgico Antonio Caló. “Antes del paro, Capitanich ya había dicho que se iba a revisar el tema de Ganancias y las paritarias son libres, no se entienden algunas de las consignas”, señalaban en la cartera laboral.
La jornada de protesta estuvo marcada por la falta de transporte. Los colectiveros fueron los que mayoritariamente cumplieron con la medida dispuesta por Moyano, a pesar de que su gremio, la Unión Tranviaria Automotor, se encuentra nominalmente en la central obrera de Caló, que no participó del paro. En los lugares en donde había un colectivo andando rápidamente era cruzado por personas que lo apedreaban para “disuadirlo”, como sucedió en distintas provincias, y similar situación vivieron taxistas y trabajadores del subte. Pero a su vez no hubo movimiento laboral en los puertos, tampoco trenes ni aeropuertos en las zonas metropolitanas, así como expendio de combustibles, recolección de residuos, judiciales, los hospitales funcionaron con guardias mínimas y se levantaron las barreras en los peajes, entre otros. Sin embargo, fábricas metalúrgicas, las automotrices, comercios y en la mayoría de los gremios grandes que no adhirieron al paro se vio cómo “la falta de transporte obligó a gran parte de los trabajadores a quedarse en sus casas”, sostuvo un dirigente gremial de la mesa de Caló.
En la madrugada comenzaban a despuntar los piquetes que los partidos y organizaciones de izquierda habían convocado como método para participar del paro, pero diferenciándose de las cúpulas de las centrales opositoras que habían definido no convocar a ninguna movilización ni realizar un acto central como lo hacen habitualmente. Las obstrucciones de calles y zonas neurálgicas impidieron los accesos a las ciudades y afectaron las zonas metropolitanas, con algunos incidentes como en Panamericana y Henry Ford, donde los manifestantes se enfrentaron con la Gendarmería. Pasado el mediodía los piquetes fueron levantados después de evaluar la medida como un éxito al lograr obstaculizar los accesos a la ciudad de Buenos Aires y otras capitales provinciales.
“Pretenden sitiar los grandes centros urbanos con un gran piquete nacional y un paro de transporte”, había señalado temprano el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, en la Casa Rosada, que de forma irónica llegó a plantear que “la izquierda y el sindicalismo opositor tienen a Luis Barrionuevo como líder”. El análisis era compartido por el oficialismo en cuanto a la metodología utilizada por los sindicalistas en la protesta. “Se hace difícil evaluar el impacto del paro por la influencia de la falta de transporte. En el paro anterior no participó la UTA ni los ferroviarios y no tuvo relevancia la medida de fuerza”, apuntaban anoche en la cartera laboral. “Es curioso ver cómo Moyano tiene el discurso de la Sociedad Rural Argentina cuando habla de ‘vocación recaudadora del Estado’. Se recauda para redistribuir, que es lo que se viene haciendo hace más de diez años”, puntualizaron en el ministerio que encabeza Tomada.
El paro convocado en medio de la discusión salarial generó interpretaciones sobre las intencionalidades de la medida. La primera acusación de “paro político” salió del gobierno nacional al considerar “oportunista” la convocatoria cuando las paritarias están en marcha y la agitación mediática y opositora hace hinacapié en las cuestiones de inseguridad, llamativamente una de las razones por las que se invocó la protesta.
Por Julián Bruschtein.
Viernes, 11 de abril de 2014
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