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LEAOZINHO CELESTE Y BLANCO
Caetano Veloso fue al Maracaná a disfrutar de Lionel Messi
El célebre músico brasileño no se perdió el estreno de la selección argentina, y luego contó sus sensaciones en un relato imperdible que publicó en su cuenta de Facebook.

Nadie quiso perderse el debut de la selección argentina. Nadie se quiso perder la fiesta de la hinchada nacional en el Maracaná, y tampoco lo hizo Caetano Veloso.

El célebre músico brasileño disfrutó el encuentro junto a su hijo, y al día siguiente del partido publicó una crónica imperdible en su cuenta de Facebook.

El artista se maravilló con el color y los cánticos de la hinchada argentina, el ritual del Himno Nacional y el golazo de Messi.

A continuación, el texto completo de Caetano Veloso:

"Sobre el juego Argentina y Bosnia, ayer en el estreno del ‪‎Maracaná en la‪ Copa2014:



Fui con mi hijo más chico a ver Argentina - Bosnia en el Maracaná. Fuimos en subte. La estación de la General Osorio estaba llena. Disfruté de ver tantos argentinos en las plataformas. Muchas camisetas celeste y blancas en los vagones (mi hijo, admirador del fútbol porteño desde chico - cuando era hincha de Riquelme - y devoto de Messi, usaba una camiseta del uniforme B de la selección argentina) pero fueron los mexicanos los que hicieron más ruido dentro del subte, gritando "México, México" y haciendo girar una matraca ensordecedora. Me encantó ir viendo las estaciones pasar: General Osorio, Cantagalo, Siqueira Campos, Cardeal Arco Verde, Botafogo, Glória, Cinelândia, Carioca, Uruguaiana, Presidente Vargas, todo trayéndome a la mente las zonas de la ciudad más arriba. No sé si en Uruguaiana o en la Central (tal vez antes), tuvimos que cambiar de línea, pasando de la que va para Uruguai para la que va para Pavuna. En la espera del subte en el que proseguiríamos, tuvimos un tráiler de lo que la multitud argentina haría en el Maracaná: grupos enormes de jóvenes de azul y blanco gritando cánticos lúdico-bélicos con voz más próxima a la de un coro de ópera de las hinchadas italianas que a las guturalidades bárbaras de los ingleses. En la estación Maracaná, un largo río de ese coral dominaba el andén. Ya en las tribunas, oíamos con emoción las canciones. Esperábamos alguna hinchada brasileña contra Argentina. Pero los gritos de "Olé olé olé olá, Bosniá, Bosniá" solo crecieron cuando el equipo argentino pareció bastante menos enérgico que su hinchada - y los bosnios amenazaron dominar. El gol de Bosnia incentivó el narcisismo de las pequeñas diferencias que alimenta la rivalidad entre argentinos y brasileños. Los hinchas argentinos se habían hecho dueños del Maracaná desde la entrada de su equipo. El gol en contra (¿será que es la regla en esta Copa?) silenció a los poquísimos hinchas bosnios y a los muchos brasileños que los apoyaban. Mi hijo profetizó que Ibisevic le daría fuerza a Bosnia. Y su gol excitó a la hinchada anti-rioplatense. El Maracaná lleno de argentinos hinchando era una belleza. Sentí la fuerza del sentimiento de nacionalidad como una cosa que encuentra en el fútbol un canal de expresión sin vergüenza. Mis ojos se llenaron de lágrimas. La rivalidad Brasil-Argentina me hacía sonreír. Unas tres veces asomó eco de comienzo de pelea en algún lugar: los asientos batucaban con las personas levantándose de repente para ver (y posiblemente para defenderse). Pero nada creció. Unos brasileños en frente nuestro, que silbaban a los argentinos y vivaban a Bosnia, se expusieron al substituir la frase "soy argentino", en un cántico, por "soy vascaíno" - y por decir-, al ver que un busca roña que fue echado en la tribuna alta vestía la camiseta rubronegra, "solo podía ser flamenguista". El hecho es que, cuando los hinchas brasileños en peso decidieron responder el "olé olé Messi" con un "olé olá Neymar", Messi, que parecía inactivo, hizo uno de esos goles precisos y sorprendentes que solo él hace. Él pareció instigado. Fue un diálogo Brasil-Argentina de gran profundidad. En el total, para mí, fue una experiencia exaltante y, de algún modo secreto, animadora. Hay Copa, el subte anda, mucha gente que ni sabe dónde queda Bosnia gritó el nombre de ese país, y nuestra íntima Argentina llegó a brillar en un relámpago, sin que hubiese tiempo y ritmo para que hostilidades brutas aflorasen. Estábamos lejos de los insultos dirigidos a Dilma en el Itaquerão. Esos, no tienen perdón."


Miércoles, 18 de junio de 2014

   

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