El llanero solitario pone en jaque a la humanidad Por Rubén Darío Guzzetti En un mundo cuya tendencia política es ampliar la multipolaridad, el mandamás aspira a volver a gozar del poder absoluto.
Al calor de las llamadas primaveras árabes, movilizaciones populares en reclamo de mayor democracia y otras reivindicaciones, hace dos años los gobiernos de los países líderes de occidente armaron una oposición en Siria que desencadenó una guerra civil. Grupos de mercenarios de distintas latitudes con sectores internos y regionales abastecidos y financiados por el Imperio y sus socios comenzaron a disputarle el poder al gobierno del presidente Al Assad.
Luego de un período de equilibrio de fuerzas, desde hace varias semanas, la balanza parece inclinarse a favor del gobierno sirio. Es cuando el gobierno de EE UU saca de la galera, como hace diez años cuando invadió a Irak, el supuesto uso de armas químicas por las fuerzas armadas sirias. Es poco creíble que cuando las fuerzas regulares comienzan a recuperar posiciones desalojando a los rebeldes, inclinando a su favor la contienda militar, apelen al uso del gas sarín y otros similares. Teniendo en cuenta además que fue el propio gobierno sirio quien pidió a la ONU el envío de expertos para verificar la existencia y posible uso de dichas armas.
Pero ya no es tan sencillo como en otras épocas hacer pasar como verdaderas agresiones lo que en realidad fueron autoatentados o complicidad en ellos, como lo fueron la explosión del acorazado Maine en la bahía de La Habana, el atentado a Pearl Harbour o el incidente en el Golfo de Tomkin.
Ni siquiera el Imperio hoy puede con sus influyentes cadenas de multimedios lograr consenso entre la población norteamericana, el 60% no aprueba el ataque al país árabe.
El llanero solitario está quedando solo, a instancias de sus respectivos parlamentos el gobierno inglés y el italiano se bajaron del carro de esta nueva aventura militar. Tampoco gobiernos aliados permanentes como el español y el alemán lo acompañan. Sólo lo sigue como ladero menor el gobierno socialista vergonzante de Francois Hollande que busca revalidar viejos títulos coloniales en un continente donde otrora supo ser dueño y patrón.
¿Cuál es la razón que impulsa al presidente Obama, fiel representante del auténtico poder estadounidense, es decir, el gran capital financiero, el complejo militar industrial y las poderosas multinacionales, a este nuevo atropello, desconociendo el derecho internacional y los más elementales principios éticos?
Se podría pensar que el objetivo del posible ataque es escarmentar a un gobierno que echa mano a un arma tan letal o tal vez bombardear para proteger a una población civil indefensa. Todos argumentos profundamente contradictorios e inverosímiles más aun conociendo la trayectoria inescrupulosa del Imperio.
En un mundo cuya tendencia política es ampliar la multipolaridad el mandamás aspira volver a gozar del poder absoluto que tuvo como en el período de la pos guerra fría. Para retrotraer la historia necesita un gobierno títere en Siria con el fin de avanzar hacia su bocado más preciado en la región, la República de Irán, deteniendo así el abastecimiento y crecimiento de la República Popular de China así como también afirmar el poder de su aliado, el gobierno de Israel.
Por supuesto dentro de los objetivos está la supervivencia del negocio del complejo militar industrial que para ello necesita las guerras como el humano el alimento.
A pesar del crecimiento económico y la mayor presencia política de los países emergentes, como por ejemplo en el G-20, el cowboy quiere decir al mundo: "Tengo el poderío militar y el liderazgo tecnológico suficiente como para actuar unilateralmente."
En su ceguera de acumulación y poder el sheriff ha puesto nuevamente a la humanidad al borde de otra tragedia. Si bien en esta oportunidad varios gobiernos y representantes de distintas instituciones le han dicho BASTA, el límite para sus tropelías parece ser Siria. Con distintos grados de oposición se levantaron varias voces: la recuperada Rusia, la milenaria China, los propios voceros de las Naciones Unidas, la liga de los países árabes, la Unión Europea, la Unasur y el Papa Francisco, entre otros.
Es necesario frenar al Imperio, los pueblos del mundo deben pasar a tener un papel más activo, estar en la calle para decirle al viejo imperio "BASTA de intervenciones genocidas, con daños colaterales".
Esta vez no pasarán.
Jueves, 12 de septiembre de 2013
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