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ENTREVISTA A JOSE LUIS ANTUNEZ, PRESIDENTE DE NUCLEOELECTRICA ARGENTINA
La central fue diseñada para aprovechar la tecnología propia
Antúnez explica a Página/12 qué es lo que se acordó con China y deja en claro que la negociación con el gigante asiático no fue intempestiva, sino que forma parte de un plan de desarrollo nuclear aprobado por el Congreso en 2009, con un amplio respaldo de todos los partidos políticos.


José Luis Antúnez, presidente de la estatal Nucleoeléctrica Argentina S. A. (NASA), fue la persona encargada de terminar Atucha II y uno de los principales responsables de negociar los acuerdos sectoriales con China para avanzar con la construcción de una cuarta y una quinta central nuclear. En esta entrevista con Página/12, Antúnez explica qué es lo que se acordó con China y deja en claro que la negociación con el gigante asiático no fue intempestiva, sino que forma parte de un plan de desarrollo sectorial aprobado por el Congreso a fines de 2009, con un amplio respaldo de todos los partidos políticos. “No tomamos la decisión estratégica de construir nuevas centrales nucleares encandilados por el financiamiento chino”, aseguró.

–¿Cuándo empieza la construcción de Atucha III?

–En el segundo semestre ya vamos a estar realizando obras en el terreno. Por ahora la llamamos Atucha III en forma condicional porque la ubicación de la central que hemos propuesto, al lado de Atucha I y II, tiene que ser aprobada por la autoridad regulatoria. Estamos seguros de que así va a ser, pero recién en ese momento pasará a llamarse oficialmente Atucha III. Para la cuarta central nos hemos inclinado por la tecnología tipo Candú que nos quedó como consecuencia de la construcción de Embalse y podemos replicar tantas veces como queramos dentro del territorio nacional. Esta tecnología utiliza uranio natural y agua pesada y el reactor es un modelo de tubos de presión que difiere de los reactores de recipiente de presión, como son los casos de Atucha I y Atucha II. De esta manera podemos hacer uso de una tecnología que ya es nacional y vamos a actualizarla con la ayuda del diseñador original.

–¿El diseñador original es canadiense?

–Exactamente, lo que era Atomic Energy of Canada Limited (AECL) ahora se llama Candú Energy, después de que el gobierno canadiense vendiera las acciones de la empresa.

–¿En qué consiste esa actualización?

–El diseño que es de nuestra propiedad corresponde a la época de Embalse. Esa central se terminó de construir en 1984 y su diseño era de diez años antes. Desde entonces, el diseñador prosiguió haciendo modificaciones. Las últimas unidades Candú que entraron en servicio fueron las de Qinsahn en China y Cernavoda II en Rumania. Algunas modificaciones ya las tenemos incorporadas en Embalse y otras no. Por lo tanto, nos van a proveer una última actualización.

–¿Esa actualización es muy costosa?

–Comparado con el costo de la tecnología completa le diría que es casi irrelevante. Además, vamos a utilizar los servicios que nos sean convenientes en cuanto a ingeniería y a lo mejor deban traerse algunos suministros desde Canadá, que son muy pocos.

–El Gobierno acordó el año pasado con China el financiamiento para esta cuarta central. ¿Ya están acordados los detalles de ese financiamiento?

–No, todavía estamos trabajando. Se espera completar los acuerdos financieros para fin de este año.

–¿Qué es lo se acordó hasta ahora?

–El proyecto de una cuarta central de agua pesada y uranio natural fue diseñado para aprovechar la tecnología propia. El combustible para los reactores de este tipo se fabrica totalmente en el país, el agua pesada también es fabricada en el país y un hecho muy importante que tomamos en cuenta para decidirnos por una cuarta central con esta tecnología es que antes emprendimos el proyecto de extensión de vida de Embalse. Ese proyecto iniciado en 2011 está fundamentado alrededor del uso de la industria nacional y todos los componentes que vamos a cambiar se han fabricado en el país. Por supuesto, pensamos aprovechar todas estas capacidades adquiridas por la industria nacional para hacer la cuarta central. Pensamos tener un 70 por ciento de contenido local. En su momento decidimos también, junto con el Ministerio de Planificación, que el 30 por ciento de componentes que va a venir del exterior requería de financiamiento porque es muy difícil encarar un proyecto de este tamaño sin financiamiento externo. En 2012, la fecha la menciono para aquellos que dicen que todo esto fue decidido intempestivamente, les planteamos este tema a los colegas chinos. Como China tiene centrales de tipo Candú y dado que ofrecía financiar proyectos en Argentina, le preguntamos si no tenían interés en proveer los componentes que necesitábamos importar para la cuarta central, que son los que cubren aproximadamente el 30 por ciento de remanente de la inversión del proyecto, otorgándonos el financiamiento.

–¿Son 2000 millones de dólares?

–Ese 30 por ciento son unos 2000 millones de dólares sobre un proyecto total de más de 5000 millones de dólares. Nos dijeron que sí, que la industria china estaba interesada en proveer componentes tecnológicamente avanzados. Las certificaciones y las credenciales chinas son de primerísima magnitud. Es el país que más reactores nucleares está construyendo en el planeta: 28 reactores nucleares simultáneamente. Nos respondieron que arreglarían un paquete financiero no sólo para ese 30 por ciento sino también para una parte sustancial de las obras y servicios locales. Se siguió trabajando en este tema y el año pasado las conversaciones con China ya trascendieron el nivel sectorial para transformarse en un nivel país-país. Así fue como se llegó a los acuerdos de julio de asociación estratégica integral que aseguraron el financiamiento chino para proyectos de infraestructura de común interés para ambas naciones. En una addenda firmada por el ministro de Planificación, Julio De Vido, y el presidente de la agencia nacional de energía de china se incluyó el proyecto de la cuarta central nuclear y se designó a Nucleoeléctrica para llevar adelante el proyecto.

–¿China entonces no va a financiar sólo los 2000 millones de dólares correspondientes a la compra de los insumos importados?

–No, el financiamiento va a ser para el 85 por ciento del costo total del proyecto.

–¿Es indispensable que llegue ese dinero para comenzar la construcción?

–La obra puede comenzar con fondos propios y de hecho ya comenzó. Hoy estamos trabajando en el diseño de la cuarta central. Es un trabajo de creación intelectual, pero es una tarea que forma parte del proyecto. Además, con fondos propios vamos a pagar los terrenos necesarios una vez que contemos con la autorización de la autoridad regulatoria.

–¿La obra civil puede comenzar aunque la llegada del dinero se demore?

–Las tareas de construcción civil pueden comenzar en la medida en que tengamos disponibilidad de fondos, pero el grueso de la obra se va a llevar adelante con el financiamiento proveniente de China. Algo similar a lo que ocurre con las represas.

–La construcción de las represas se le adjudicó a un consorcio encabezado por una empresa china en agosto de 2013 y el financiamiento recién comenzó a llegar este mes. Si se replican los mismos tiempos el dinero va a llegar en 2016.

–Si se replica linealmente, el financiamiento recién llegaría a mediados del año próximo, pero la ventaja para este proyecto es que ya hay dos financiamientos previos acordados con China, no sólo el de las represas sino también el del ferrocarril Belgrano. Siempre que uno va acordando dentro del marco de un acuerdo general va dejando precedentes para el próximo y facilitando la tarea. Por eso nosotros estamos seguros de que el dinero puede llegar a fin de año. Igual le recuerdo que paquetes financieros por miles de millones de dólares no se arman en diez minutos. Son proyectos complejos.

–¿Qué es lo que se va a comprar en China?

–Vamos a comprar sólo aquello que no se puede fabricar en el país, tal como le expliqué hace algunos días a los industriales de Adimra que habían manifestado alguna inquietud al respecto. Incluso vamos a tratar de maximizar el componente local en aquellas cosas que no se fabrican en el país, pero podrían fabricarse con alguna transferencia de tecnología. Tenemos la ventaja de contar como empresa asociada en el proyecto a la compañía nacional nuclear china, que es la mayor compradora de componentes nucleares en China. Ellos pueden movilizar los recursos de sus proveedores para que tomen contacto con potenciales proveedores calificados por nosotros aquí para transferirles la tecnología necesaria para fabricar algunos componentes. Un ejemplo podría ser el de las válvulas nucleares que no se fabricaron para Atucha II, pero con una transferencia de tecnología y una razonable provisión de materia prima de calidad nuclear podríamos ampliar todavía más el espectro de los fabricantes locales. En la reunión con Adimra también tuvimos que desmentir algunas versiones absurdas que habían surgido, como que íbamos a traer operarios chinos en barcos repletos para reemplazar a los operarios locales. Esa es una versión disparatada sólo explicable en función de intereses políticos.

–En octubre hay elecciones presidenciales y varios candidatos de la oposición no han explicitado cuál es su posición sobre el desarrollo nuclear. ¿Cómo impacta esa indefinición en el proyecto de la cuarta central nuclear?

–Lo que alguien comienza con entusiasmo otro lo puede destruir con el mismo entusiasmo. ¿Cómo se puede prevenir uno? El Gobierno ha tomado las máximas precauciones al respecto para dejar el plan nuclear consolidado. A fines de 2009 se sancionó la ley 26.566 referida al plan nuclear que abarca la construcción de dos centrales nucleares, la extensión de vida de Embalse y Atucha I y la construcción del prototipo del primer reactor argentino de potencia, conocido como Carem. Esa ley no sólo fue aprobada por los diputados y senadores del Gobierno. Esa ley salió con el respaldo de todos los partidos políticos (N. del R.: En Diputados se aprobó con 151 votos a favor, 10 en contra y 3 abstenciones y en el Senado con 47 votos a favor y sólo 6 en contra). Es una política de Estado y sobre esa base nos pusimos a trabajar. Me resulta difícil imaginar qué otra seguridad más se puede tomar.

–Hay quienes prefieren financiar la construcción de centrales térmicas porque se pueden terminar en menos de la mitad del tiempo que demanda una central nuclear.

–Una central de ciclo combinado se puede terminar en mucho menos tiempo, pero si no hay gas para abastecerla hay que importarlo. La única alternativa frente al gas sería importar gasoil, pero es muchísimo más caro. Una central de generación de energía eléctrica tiene que ser tomada como parte integral de su ciclo de combustible. De nada sirve tener la mejor central de gas del mundo si no hay gas para alimentarla. Al tiempo de construcción hay que sumarle también el tiempo de de-sarrollo de los yacimientos. Atucha II está reemplazando cuatro millones de metros cúbicos diarios de gas. Si el país no los tiene, los tendría que importar y pagar una fortuna. No digo que el 80 por ciento de la matriz energética tenga que ser nuclear, como es el caso de Francia, porque no tiene sentido dentro de los recursos disponibles. El país tiene espléndidos recursos hidráulicos y tiene que seguir construyendo represas, para las cuales cabe la misma observación que para un reactor nuclear. Las centrales Kirchner y Cepernic no van a estar terminadas mañana, pero para poder terminarlas hay que comenzarlas. Si hubiéramos continuado el programa de centrales nucleares de potencia que se había pensado hace treinta años, hoy sin duda tendríamos menos problemas en la matriz energética.

–¿Qué se acordó con China en este último viaje con respecto a la construcción de una quinta central de agua liviana y uranio enriquecido?

–Primero quiero aclarar que no tomamos la decisión estratégica de construir nuevas centrales nucleares encandilados por el financiamiento chino. China recién aparece en la historia cuando Argentina decide salir a calificar tecnologías para el uranio enriquecido y el agua liviana. La ley sobre el plan nuclear se aprueba en diciembre de 2009 y a partir de ese momento comenzamos a trabajar para avanzar con una cuarta y una quinta central nuclear. Nuestra decisión es que Argentina ya debe pasar al ciclo de uranio enriquecido y agua liviana porque su desarrollo tecnológico le permite absorber esa tecnología. Eso no significa que se vaya a abandonar la tecnología de agua pesada y uranio natural. De hecho, la primera central que se lanza del nuevo programa nuclear es otra de uranio natural. Sin embargo, la aparición de China en sus inicios no tiene que ver con la cuarta central sino con esta quinta. Fuimos nosotros quienes además le propusimos comprar en China los componentes de la cuarta central a cambio del financiamiento.

–Pero el acuerdo por la cuarta central se había cerrado el año pasado, ¿qué se decidió en este viaje con respecto a la quinta central?

–Se acordó que China presente dentro de poco tiempo una propuesta integral que, por supuesto, va a incluir el financiamiento. A diferencia de lo que ocurre con la cuarta central, en este caso tenemos que adquirir la tecnología.

–¿Esto significa que las empresas rusas, coreanas, estadounidenses y francesas que también pugnaban por ese negocio ya quedaron en el camino?

–China les sacó ventajas a todos los demás al haber firmado el acuerdo estratégico de asociación integral el año pasado. La ventaja no es de la empresa nuclear CNNC respecto a los demás proveedores de tecnología. Es de China respecto de los demás países. Ninguna de las otras naciones que están proveyendo estas tecnologías tiene suscripto un acuerdo de asociación estratégica integral con Argentina para el desarrollo de la infraestructura. Alguna gente tomó los acuerdos del año como una serie de acuerdos más, pero lo cierto es que son acuerdos importantísimos que abarcan todos los sectores, incluido el nuclear.


Lunes, 23 de febrero de 2015

   

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