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El caso AMIA con todos los archivos abiertos
Sin secretos
La desclasificación fue pedida por los nuevos fiscales del caso e incluye todo el material de Inteligencia relacionado con el atentado. Permitirá avanzar sobre hipótesis de la voladura dejadas de lado por Alberto Nisman, quien sólo se centró en la pista iraní.

El Gobierno dispuso ayer una amplia apertura de los archivos relacionados con la causa AMIA, lo que incluye grabaciones, desgrabaciones, informes de agentes de la SIDE en estaciones del exterior y de todo el país, cables de las embajadas argentinas en el exterior y todo otro material de Inteligencia relacionado con el atentado contra la mutual judía. La desclasificación fue pedida por los nuevos integrantes de la Unidad AMIA, es decir quienes suceden al fiscal Alberto Nisman: se trata de Roberto Salum, Sabrina Namer y Patricio Sabadini. Los fiscales adelantaron que el material estará a disposición de las partes: los familiares de las víctimas, la AMIA y la DAIA. La apertura plantea expectativas porque permitirá una revisión de todo lo que hay en la ex SIDE con una búsqueda que se le reclamó a Nisman y éste –según señaló el juez Rodolfo Canicoba Corral– no abordó: la pista siria, la conexión local y otras hipótesis respecto del atentado diferentes a la pista iraní, la única en la que Nisman se centró. Una investigación sobre el atentado no consiste hoy en realizar escuchas telefónicas porque nadie habla sobre cómo se ejecutó el ataque 20 años más tarde. Una nueva investigación sobre el atentado pasa por un análisis detallado de informes, cables, escuchas y archivos que en su momento tal vez se dejaron de lado.

Según una evaluación realizada ayer, se calcula que el material desclasificado abarca unos diez depósitos de veinte metros de lado por diez metros de fondo, con cajas en estantes desde el piso hasta el techo. Allí se podrán encontrar miles y miles de casetes, porque fueron grabaciones hechas al principio de la investigación, en 1994 y los años sucesivos; toneladas de informes de agentes y cables de embajadas sobre el caso AMIA; y más recientemente grabaciones y desgrabaciones hechas en soportes más modernos, como los CD. Para dar un ejemplo, las escuchas al argentino, líder de la comunidad chiíta en el país, Jorge Yussuf Khalil, abarcan 5000 horas de grabación. Se empezaron en 2007 y continuaron hasta ahora, de manera que esa envergadura de material –de una sola persona investigada– da una idea del volumen que se va a desclasificar y que habrá que revisar.

La primera desclasificación se realizó, por decretos de Néstor Kirchner, en 2003. Fueron los decretos número 785, 786 y 787 de aquel año y permitió una revisión de archivos en la que participaron el titular de la Unidad AMIA del Ministerio de Justicia, Alejandro Rúa; familiares de Memoria Activa, el padre de una víctima del atentado contra la Embajada de Israel, Carlos Susevich, y muy pocas personas más. Ese grupo entró a la SIDE e hizo la revisación, trasladándose medio año después todo el material en custodia a la flamante Unidad Fiscal AMIA, que luego quedó a cargo de Alberto Nisman. Es decir, que aquella desclasificación terminó en manos del fiscal recientemente fallecido.

En la revisión de 2003-2004 se encontró, como relata el periodista de este diario Horacio Verbitsky, el cable de la embajada argentina en Israel del 19 de julio de 1994 en el que se daba cuenta de que el gobierno de Itzhak Rabin enviaba a un equipo de rescatistas para ayudar a las víctimas y que en el mismo avión viajaría Dov Schmorak, encargado de Asuntos Latinoamericanos, para coordinar una versión sobre el atentado. Schmorak impulsó la pista iraní desde el primer día. El texto de aquel cable se encontró en los archivos de Cancillería, no en los de la Secretaría de Inteligencia y es muy posible que los nuevos fiscales pidan también la desclasificación de material en otros organismos del Estado.

La apertura puesta en marcha ayer, con un decreto firmado por Cristina Fernández de Kirchner y el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, abarca el material que no se hubiera desclasificado en 2003-2004 y todo lo que se haya acumulado desde entonces hasta ahora. Más allá de la iniciativa de los fiscales, la desclasificación fue un compromiso asumido por el Gobierno en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en un acuerdo que se firmó con los familiares agrupados en Memoria Activa.

Quienes cuestionan la investigación del atentado sostienen que la desclasificación de 2003-2004 terminó bajó el control de Nisman y su hombre en la SIDE, Antonio “Jaime” Stiuso. “Mostraron lo que quisieron, lo que encajaba con su hipótesis, la pista iraní. Todo lo demás permaneció, desclasificado es cierto, pero bajo la suela de Nisman-Stiuso”, explica uno de los protagonistas de aquella primera apertura.

Aun así, la desclasificación firmada por Néstor Kirchner produjo un verdadero estrépito en el mundo de la Inteligencia. No sólo de la Argentina. Los servicios de Inteligencia de los países más poderosos vieron con muy malos ojos una apertura de esa naturaleza que exponía vínculos, colaboraciones y de dónde salía la información para acusar a tal país, a tal organización o a tal otra. Pero como al final el control lo ejerció Nisman, las cosas no llegaron a mayores.

La apertura de ayer se da en una situación distinta. En primer lugar, porque no está Nisman, de estrechos vínculos con los servicios de Inteligencia de Estados Unidos, Israel y Alemania. La orientación del fallecido fiscal quedó muy documentada con los textos difundidos por la organización Wikileaks y revelados por este diario. En la Embajada de Estados Unidos le insistían a Nisman que no debía “perder tiempo” en otras pistas ni en la causa por las irregularidades en la investigación AMIA. “Eso debilita la acusación contra los iraníes”, le señalaron, marcándole la cancha. Nisman iba en forma continua a la sede diplomática norteamericana, les avisaba a los hombres del FBI cuáles serían sus próximos pasos y en alguna oportunidad les dio para corregir un borrador.

El segundo factor distinto es que ya no está Stiuso como hombre fuerte de la Secretaría de Inteligencia. Jaime, como lo llamaban todos, era también un hombre estrechamente vinculado a la CIA y el Mossad, que suelen jugar sus propios partidos y responden a los sectores ubicados más a la derecha en sus países. Stiuso y el resto de la cúpula de la SI perdieron –más que tardíamente– sus puestos de poder en diciembre pasado.

Ahora hay tres nuevos fiscales y un coordinador, Juan Murray, que mirarán las cosas desde una óptica distinta y renovada. Ayer mismo hicieron saber que los familiares tendrán acceso a todo lo que se desclasifique.

El juez del caso AMIA, Canicoba Corral, polemizó en reiteradas oportunidades con Nisman: “La imputación está demasiado basada en informes de Inteligencia y tiene poco valor probatorio judicial –sostuvo Canicoba–. Además, en el mismo escrito en el que declaré el atentado como un delito de lesa humanidad, le señalé al fiscal que no podía circunscribirse a la pista iraní, sino que debía avanzar sobre la pista siria y, fundamentalmente, en la llamada conexión local”. Es muy probable que los nuevos fiscales aprovechen esta apertura de archivos para ampliar la óptica y mirar los materiales con una visión distinta, aunque es obvio que tendrán que profundizar incluso la pista iraní, buscando pruebas más judiciales que las que existen hasta hoy.

De todas maneras, el trabajo pinta muy arduo. Quienes participaron de la primera apertura se imaginan que ahora todo será de mayor envergadura. Se habla de unos diez galpones llenos de documentación, con gigantescas estanterías y miles de cajas repletas. La idea es que todo sea trasladado a un ámbito único y que allí se haga la revisión. Pero, además, se piensa que éste es sólo el primer paso: es muy probable que se les pida una desclasificación a otros organismos del Estado e incluso a gobiernos extranjeros, teniendo en cuenta que ya pasaron más de 20 años del atentado.

Hoy en día, la investigación del ataque no pasa por nuevos seguimientos ni por escuchas telefónicas ni por averiguaciones actuales sobre dónde estuvo la camioneta o cómo se consiguieron los explosivos. Es muy difícil que se entablen diálogos telefónicos comprometedores dos décadas más tarde ni se podría llegar a encontrar dónde estuvieron los terroristas haciendo un seguimiento.

Los elementos nuevos sobre el atentado pueden surgir –dicen los expertos– de un análisis de la documentación, los informes y los datos de Inteligencia que se obtuvieron en su momento. Las expectativas no pueden ser muy grandes, porque pasaron 20 años, pero los nuevos fiscales quedaron en condiciones de buscar en todo lo que hay. Lo que se abrió ayer y lo que seguro pedirán que se abra próximamente.


Sábado, 14 de marzo de 2015

   

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