POR MARIO WAINFELD Primer cierre, primer paso A la medianoche de ayer cerró la inscripción de alianzas y coaliciones para las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO). Llegó el fin del ciclo de las especulaciones sobre unidad opositora o sobre una primaria miscelánea como pocas. Es tiempo de frentes y coaliciones, cuyos nombres deberán aprenderse pronto... casi todos caerán en el olvido y en el desuso después de octubre. El sistema constitucional argentino, atípico sin ser único, crea un sistema de doble vuelta imperfecto, algo capcioso. Fue concebido en 1994 para apuntalar y defender al bipartidismo peronista-radical. La posibilidad de que alguna fuerza se alce con la presidencia en la primera ronda superando el cuarenta por ciento de los votos alienta la polarización en esa instancia. Se incentiva un “voto útil” que va en detrimento de terceras fuerzas. En este caso habrá siete competidores. Solo tres (y acaso dos) conserven aspiraciones serias a ganar, a llegar a la segunda vuelta. Tal vez sean tres (como mucho) los que conservan chances de llegar a los dos dígitos porcentuales del padrón. Los restantes tienen ambiciones diferentes, para nada desdeñables en lo político o en lo valorativo. Sostener una identidad política, no dejarse arrastrar a frentes chocantes con su ideología, construir para el futuro, ganar algún territorio, sumar legisladores nacionales o provinciales.
Tal vez hace excepción dentro de ese grupo que no aspira a vencer (ni siquiera a un sitio en un improbable medallero) el peronismo sanluiseño. El partido de los hermanos Rodríguez Saá se anota de nuevo, como es su peculiar costumbre: es imbatible en su provincia, en lo nacional frisa lo indescifrable.
El Frente para la Victoria (FpV) revista entre los favoritos, contra los pronósticos de hace menos de dos años o de apenas cuatro meses.
Su principal challenger, según las lecturas predominantes, es “Cambiemos” que así llama el frente entre el PRO, la UCR y la Coalición Cívica que también dirimirán supremacías en las PASO.
El Frente Renovador (FR) al final “juega” por su lado. Como en un sube y baja contra el oficialismo nacional se elevó cuando éste caía y empezó a rozar el piso cuando el kirchnerismo recuperó impulso.
El final plasmó movidas que se fueron articulando de antemano. La cuota de suspenso no deseado le cupo al “espacio” del diputado Sergio Massa (FR).
---
Reminiscencias: Debe administrarse con cautela la conocida frase de Karl Marx sobre la historia como tragedia que solo puede repetirse como farsa. Usarla sin dosificar como axioma puede simplificar o errar el vizcachazo.
Jorge Luis Borges escribió que “al destino le agradan las repeticiones, las variantes, las simetrías”. Se expresaba bien el hombre pero su discurso peca de vastedad y admite demasiadas interpretaciones.
Ninguno de esos precedentes egregios calza justo con el anuncio de Massa y de sus parangones con el de hace cerca de dos años. Por ahí se trató de un “déjà vu” desvaído, en otro contexto. Hubo reminiscencias de ese momento que el precandidato exaltó en una conferencia de prensa que coqueteó con el registro de discurso de campaña, sin lograr clímax, aplausos, ni hilo narrativo.
En 2013 el escenario se configuró de modo diferente. Su postulación fue reclamada por el establishment, que lo presionó de lo lindo. Su figura imantó adhesiones, en particular de tránsfugas del FpV. Cuando hablaron las urnas, se (lo) percibió en la cima del sube y baja.
Aupado por los votantes bonaerenses la provincia no fue el soñado trampolín sino mayormente una frontera que no pudo atravesar. Uno de sus recursos iniciales, la adhesión de numerosos intendentes, lo dotó de una aparente prosperidad. Le sobraban candidatos a gobernador. La abundancia no regulada conlleva riesgos: la partida del diputado Darío Giustozzi fue uno de los precios. El ex alcalde de Almirante Brown, fundador del FR, contaba con una promesa de pago diferido, que era la susodicha candidatura. La inflación de competidores lo fue relegando. La billetera innegable y el carisma aparente del diputado Francisco de Narváez terminaron de desplazarlo. Como tantos compañeros intendentes pegó el salto. Con el copete más bajo pero dispuesto a conservar lo esencial que es el territorio propio.
En los meses recientes Massa fue perdiendo sponsors, que se desplazaron hacia Mauricio Macri. Para colmo, unos cuantos le pidieron que se plegara a lo que hoy es “Cambiemos” como furgón de cola o como colectora o como candidato a gobernador. Las tres versiones dan la impresión de ser distintas: en sustancia no lo son taaaanto.
Los reclamos del “Círculo Rojo” no cuajaron porque la política existe y Massa se definió tratando de sostener lo que conserva. Como él enunció, es joven. También dijo que será presidente, lo que es más opinable.
---
Incontaminados ma non troppo: Los medios hegemónicos, buena parte de la elite empresarial y muchos comunicadores u opinólogos rezongan porque “la oposición” no se unió. Era un cometido arduo y no está escrito en ningún Libro Sagrado que hubiera sido exitoso.
En el verano, la Convención radical en Gualeguaychú aprobó por mayoría una entente con el macrismo, con nítida identidad no peronista ni kirchnerista... o antiperonista o gorila, cada quién evaluará. El FR quedaba excluido de ese conjunto. Macri fue demarcando la misma frontera.
A medida que se produjo la recuperación de la imagen presidencial y de la intención aparente de voto del FpV varios fueron cambiando su criterio. Recobró ínfulas el relato de la “unidad” accesible merced a unas PASO ampliadas. Los correligionarios boinas blancas comenzaron a insinuarla, el poder fáctico a exigirla con argumentos o malos modos.
Curiosamente, Macri (el niño mimado de la clase alta) optó por otra vía. Prevaleció el criterio de su asesor estrella, Jaime Duran Barba. Se suele describir como un ansia de estar incontaminado de peronismo. Hay cierta exageración como lo comprueban las candidaturas importantes de Carlos Reutemann y Diego Santilli más una masa de dirigentes perucas por demás. Todos expresan vertientes del justicialismo, que las congrega por arrobas.
Impuro y todo el PRO es una expresión que confronta con el peronismo, que interpela básicamente a las clases sociales que le son más refractarias. El tiempo pasa, el sistema político cambia, nada es un calco o una farsa. Pero sí subsisten tendencias: el macrismo reivindica el espacio que le cupo al radicalismo, enfrentar al peronismo real existente.
Cunde en la amplia alameda del centroderecha una nueva verdad revelada. El por ahora massista diputado José Ignacio de Mendiguren la deslizó ante oídos atentos e hizo tendencia: “Mauricio” quiere perder o, como mínimo, no se juega a fondo para vencer. Sólo así, estipula la lectura, se explicaría que le cerrara la puerta entornada al FR.
Macri, personaje ligado al fútbol, sería una remake de un personaje de ficción. Hablamos de Lamberto Lünenhof, protagonista de un divertidísimo cuento del escritor argentino Ariel Magnus. Se trataba de un técnico de fútbol incontaminado de exitismo. No le importaba vencer, ni siquiera salir campeón. Decía que “ganar es de perdedores”, slogan incomprendido por la tribuna y la posteridad.
Sin embargo, es factible que Macri no anhele perder (o desdeñe ganar) sino que esté ensayando una táctica arriesgada, que es forzar la polarización con el FpV y quedarse con las adhesiones de la “mitad” opositora.
La jugada y el modo en que la articula contradicen ciertas reglas tradicionales de la política doméstica. Un partido de ¿centro? derecha tan asumida jamás ganó en elecciones libres. Un binomio puramente porteño no está en el manual de estilo de los partidos con ambiciones mayoritarias. Y eso solo para empezar.
A la vez, recientes elecciones de países vecinos registraron polarizaciones entre el oficialismo nacional-popular y un antagonista bien a su derecha. La sociología electoral comparada propone parangones con el escenario que propone Duran Barba. Venezuela y Brasil son casos testigo clavados. Uruguay lo fue en buena medida.
Como en el fútbol toda táctica electoral es discutible, nueva o comprobada. La de Macri se calibrará en el rectángulo de juego. Uno diría que debe “quemar varios libros” pero que no es alocada. Y que acaso represente mejor el clima de opinión del electorado opositor que la “tercera vía” del medio que Massa enunció sin poder persuadir, por lo que parece.
---
Diez días que cambiarán algo: Con las coaliciones inamovibles se inicia el lapso febril de diez días para armar todas las listas. Un trabajo de orfebrería y roscas al que le faltan entre otras variables, los compañeros o compañeras de fórmula de Macri, Massa, Florencio Randazzo, Daniel Scioli y Margarita Stolbizer, los presidenciables más mentaus, en “periodísticamente correcto” orden alfabético.
Nadie podrá cambiar de camiseta o plegarse a otra alianza. Todavía es posible que algún anotado desista, con el consiguiente bajón y descrédito. Luce difícil pero la tibieza de Massa para referirse a sus rivales en la interna opositora ayer abre una mínima hendija de duda.
Cuando se conozcan las listas podrá intuirse mejor el horizonte. Las encuestadoras tendrán su agosto. La política es un incentivo keynesiano para algunas actividades de temporada.
Jueves, 11 de junio de 2015
|