ALFREDO SERRANO Salida interna frente a la restricción externa ¿Cómo sortear la restricción externa? La pregunta no es nueva, ni tampoco su respuesta: mirando hacia dentro para relacionarse en forma soberana e independiente afuera. La única vía es la interna frente a un mundo económico externo adverso en materia de caída de los precios del petróleo, de los commodities y de fuerte contracción del comercio mundial.
Se trata de traer al siglo XXI aquellas viejas discusiones económicas de la segunda mitad del siglo XX acerca de la sustitución de importaciones y exportaciones. Aunque la idea no es trasladarlas en el tiempo, sino más bien se requiere actualizarlas y adaptarlas a este nuevo mundo económico financiarizado, basado en un sistema de fragmentación geográfica de la producción mundial (en su etapa pos fordista), cada vez más interdependiente y en plena transición geoeconómica.
El eje pos neoliberal en América Latina ha logrado consolidar en gran medida un importante músculo social, gracias en gran parte a la recuperación de la soberanía en los sectores estratégicos. Es éste uno de los rasgos característicos del cambio de época en lo económico en países como Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina.
Esto no sólo tiene importancia desde el punto de vista de la justicia social y de la democracia, sino que también constituye una oportunidad económica para salir airoso de esta coyuntura tan adversa en el sector externo. La inversión social ha logrado realmente crear un nuevo universo económico siempre minusvalorado por el neoliberalismo.
La cara económica de lo social es preciso valorarla en su justa medida. No es marginal ni desdeñable que el Estado haya puesto en funcionamiento una maquinaria de políticas públicas inclusivas a favor del área social para una mayoría ciudadana. La centralidad económica de este ciclo histórico de transformaciones pone énfasis en la educación pública, la sanidad pública, los múltiples programas que garantizan derechos sociales, y en todo lo relacionado con la recuperación de soberanía en sectores estratégicos (petrolero, energético, eléctrico, telecomunicaciones).
Esta nueva matriz de políticas públicas tiene un sustancioso efecto económico con gran potencial. Ésta es una fortaleza para ser usada a la hora de afrontar la restricción externa. Lo interno ha recobrado más importancia ahora que “el país económico” es más amplio, más incluyente. Gracias a la mejora en las condiciones sociales, económicas y laborales, la democratización del consumo en estos procesos ha sido significativa garantizando así una sólida demanda interna. Esta nueva economía que pivota en torno a lo social ha de ser aprovechada como detonador para un salto adelante en lo productivo. Es fundamental considerar este eje como el más pragmático frente a la presión neoliberal que aconseja ajustes presupuestarios para acomodarse a la caída de los precios del petróleo o de otros commodities.
Centrar la política económica en cambiar la matriz productiva a favor de una nueva oferta interna con capacidad para satisfacer la demanda interna es cuestión imprescindible. En este sentido, también cabe planificar una oferta supranacional, a nivel regional, poniéndose de acuerdo entre los países amigos para conjuntamente repensar cómo realizar la gran transformación productiva latinoamericana.
Pero lo productivo no sólo ha de responder al consumo privado de bienes, sino también se debe rediseñar la política de compras públicas para desatar fuerzas productivas que respondan a las exigencias de la nueva política económica en lo social. Por ejemplo, en Venezuela, se requiere internalizar la actividad económica derivada de la Misión Vivienda; en Bolivia, la reapropiación del litio o de la distribución de la electricidad exige impulsar nuevos sectores económicos a reindustrializar; en Ecuador, el camino hacia la soberanía energética permite desarrollar nuevas industrias complementarias; en Argentina, la estatización de Aerolíneas Argentinas o YPF ha de ayudar a construir otro modelo productivo. Son éstos algunos ejemplos para considerar la magnitud que puede representar la nueva economía interna ante un escenario externo desfavorable.
A esta vía interna hay que añadir también lo tributario, porque es posiblemente el camino más confiable para compensar la caída de los ingresos públicos por los bajos precios del petróleo. La soberanía tributaria se erige en estos tiempos en la senda más sostenible para hacer irreversible todo lo logrado en lo social. Hay margen de maniobra suficiente para recaudar más fondos públicos bajo los principios de justicia social. Una política de tolerancia cero contra la evasión fiscal, así como medidas que eviten la salida ilegal de riqueza, se hace cada vez más indispensable. Se precisa, además, una revisión de la regulación de la inversión extranjera directa para que los dividendos no sean repatriados en su totalidad hacia las casas matrices. Más bien, hay que buscar las fórmulas para que la ganancia generada dentro de casa se vuelva a reintegrar en el orden económico interno.
Son estos algunos elementos económicos fundamentales en esta nueva década en disputa. La crisis externa requiere de una salida económica interna. La presión desde afuera fuerza a elegir un camino. El punto de bifurcación está a la vuelta de la esquina. Hay que decidir si la restricción externa se convierte en restricción interna, o si por el contrario se aprovecha esta circunstancias adversa para avanzar en la independencia económica.
Domingo, 30 de agosto de 2015
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