Lunes, 25/11/2024   Paso de los libres -  Corrientes - República Argentina
 
Por Jorge Cicuttin
Canalladas
Representa a alguien Mariano Grondona? Reformulemos la pregunta: ¿A cuántos llega? ¿Quiénes se sienten representados o acuerdan con su mensaje?

Desde luego, sus palabras no tienen hoy la fuerza y la penetración que en los años '80 y '90, cuando Grondona hacía dupla con Bernardo Neustadt. Ni siquiera la importancia que tenían sus columnas políticas en la última dictadura militar y que firmaba con el seudónimo de Guicciardini –historiador y político florentino contemporáneo de Maquiavelo–, en El Cronista Comercial. No, el Mariano Grondona de estos días no cuenta con la fuerza que tenía décadas atrás. Pero tampoco es un periodista "marginal". En las noches de los domingos llegan sus palabras desde su viejo Hora Clave en el Canal 26, tiene un programa de radio y es uno de los columnistas estrellas del diario La Nación.

A esta altura, usted se debe preguntar por qué gastar tantas líneas en Mariano Grondona, cuando se viven momentos políticos de gran importancia a apenas cinco días de las elecciones legislativas. Es que, justamente, en estos días en que muchos están meditando, evaluando su voto, hay que prestarle atención a algunas cosas que dijo este personaje en la noche del último domingo.

Con el ex jefe de la SIDE menemista, ideólogo de los indultos, autor de libros que avalan la represión y procesado por asociación ilícita, Juan "Tata" Yofre, como invitado, Grondona reclamó una amnistía para todos los asesinos y torturadores de la última dictadura cívico-militar. Junto a Yofre, pusieron sus esperanzas en que con una derrota del kirchnerismo la oposición pueda liberar a los represores juzgados y encarcelados. "Este país necesita un olvido total", aseguró en dos oportunidades, acentuando la palabra "olvido".
En el mismo programa se pudo escuchar, después de alertar por "los ex jefes montoneros sueltos", que estos "lobos sueltos son los que adoctrinan a La Cámpora".

Se podrían tomar estas palabras como deseos trasnochados de representantes de la derecha más recalcitrante. Una pequeña isla en un mar de rechazos a un pasado de dictaduras sanguinarias. Podría ser as, si no fuera que casi al mismo tiempo en otro canal se ofrecía un amplio informe periodístico en el que se denostaba a La Cámpora y a los "los jóvenes setentistas", a partir de la seria equivocación cometida por el candidato e hijo de desaparecidos Juan Cabandié al increpar a una agente de tránsito de Lomas de Zamora, cinco meses atrás, hecho por el que ya pidió disculpas y reconoció su error. Mientras el "Tata" Yofre reclamaba la amnistía en el programa de Grondona, en Periodismo Para Todos se escuchaba al periodista Ceferino Reato, defensor a capa y espada de la teoría de los dos demonios, atacar la política de derechos humanos de la última década, que llevó a juicio y devolvió a la cárcel a decenas de asesinos y torturadores de la última dictadura.

No fueron los únicos que –además de aprovecharlo electoralmente para intentar disminuir las posibilidades electorales del Frente Para la Victoria en territorio porteño–, dieron amplia difusión a lo ocurrido con Cabandié para atacar a organismos defensores de los derechos humanos, la reapertura de los juicios a los represores, para retornar a la teoría de los dos demonios y poner en duda la cantidad de desaparecidos en la última dictadura. El exabrupto de Cabandié hizo que de manera canalla se montaran escenas para enfrentar a los hijos de desaparecidos que recuperaron su identidad. Olvidando que los nietos recuperados son, ante todo, víctimas del genocidio y del plan sistemático puesto en marcha por los dictadores. Así sean kirchneristas o antikirchneristas, de izquierda o de derecha, hayan sido recuperados o sigan desconociendo su identidad, los jóvenes apropiados fueron y son víctimas. Poner en cuestionamiento el derecho a la identidad es una canallada.

Lo pueden estar haciendo con una intención electoralista, para buscar dañar al kirchnerismo a pocos días de las elecciones. Lo hacen, quizá, con la intención de imponer en plena campaña el tema de poner un punto final a los juicios a los militares represores y reclamar a los candidatos opositores un proyecto de amnistía. O lo hacen porque el odio hacia este gobierno lleva a algunos a superar todo límite y pisotear políticas que anteriormente reivindicaban pero hoy basurean solamente porque es un eje central de la década kirchnerista.
Distintas motivaciones para hacer del exabrupto de Cabandié –situación que, repetimos, se arrepintió y pidió disculpas públicamente–, un tema central para los argentinos, que mereció tres tapas seguidas de Clarín, dejando a un plano absolutamente secundario hechos como el atentado a balazos contra la casa del gobernador de Santa Fe, Antonio Bonfatti, quien por apenas unos metros de diferencia no recibió un disparo cuando estaba junto a su esposa. Este último acontecimiento –uno de los hechos de violencia política más grave desde el retorno de la democracia–, no iba a generar un voto antikirchnerista. No era merecedor, entonces, de un espacio destacado en el diario.

En la semana previa a las elecciones vuelven los ataques a la política de Derechos Humanos del gobierno y a los jóvenes militantes kirchneristas. Acompañado por el reclamo de amnistía a los represores encarcelados y la intención de imponer la teoría de los dos demonios.

Canalladas.

Todo vale.

Otra vez sopa.

Al fin y al cabo, como dejó flotando "Lilita" Carrió en el debate por TN, los padres asesinados de Cabandié fueron “delincuentes”.

Algo habrán hecho, ¿no?



Martes, 22 de octubre de 2013

   

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