Por Leonardo Tarifeño Fontanarrosa: el dueño de un pasaje para llegar al misterio de la risa A partir de mañana y todos los domingos los cuentos y las novelas del humorista Rosarino. Hizo reír en una época en la que había pocos motivos para la sonrisa. Y lo hizo a escala nacional y todos los días, para el público más diverso imaginable, que lo descubría con el desayuno, en la parada del colectivo o en la mesa de un café. Durante dos décadas, buena parte de los lectores de Clarín empezaban a leer el diario por "el cuadrito de arriba", convencidos de que el antídoto de ese humor inteligente y fresco les serviría para combatir el veneno de las pésimas noticias nacionales. Y después de la risa, con idéntico poder, llegaba la fuerza del enigma. ¿Cómo era posible que ese rincón de la contratapa siempre resultara tan gracioso?
Por más que se revelen los trucos, la magia nunca deja de ser un misterio. En el caso de la magia literaria y gráfica de Roberto Fontanarrosa, ninguna explicación parece a la altura de una obra protagonizada por personajes inolvidables (Inodoro Pereyra, el perro parlante Mendieta, el temible Boogie el Aceitoso, el aventurero sirio Best Seller) y, sobre todo, por un estilo sutil y falsamente cándido, asentado en los sobreentendidos de la cultura popular y en un ingenio pícaro, pero medido, cauteloso, como si el pudor y el miedo a la posible ofensa marcaran un límite infranqueable. Hoy los tiempos han cambiado tanto que la potencia de su amable lucidez parece un souvenir de un mundo en extinción. En 1993, el humorista Pepe Muleiro publicó su primera compilación de chistes; en 2008, el libro Sú per chistes gallegos fue motivo de una denuncia ante el Inadi, y desde entonces su autor se limita a escribir para niños. En las antípodas de ese caso, y más allá de las transformaciones culturales que imponen las fronteras de la risa, Fontanarrosa late en el corazón popular porque su humor jamás se permite el doble filo de la burla. Tiene la atemporalidad de los clásicos, es decir, pertenece a todas las épocas. Su gracia es la del absurdo cotidiano, donde la ternura y la melancolía hacen reconocible la idiosincrasia de un país que muchas veces ríe por no llorar.
Como Roberto Arlt, Fontanarrosa construyó buena parte de su obra con el inapelable tictac de la rotativa pisándole los talones. El escaso tiempo que le dejaba la creación de su chiste diario lo utilizaba para esbozar cuentos en borradores. La mayoría de esos mapas narrativos se convirtieron en los extraordinarios relatos de El mundo ha vivido equivocado , No sé si he sido claro , Nada del otro mundo , El mayor de mis defectos , Uno nunca sabe , La mesa de los galanes , Los trenes matan a los autos , Una lección de vida , Puro fú tbol y Te digo más , todos títulos que forman parte de la serie que publica LA NACION. El fútbol, el tango, la burocracia, los misterios sin resolver, la timba, el ocaso de las estrellas y los desastres provocados por las buenas intenciones son algunos de sus temas, todos pilares de la realidad social argentina que el autor transfiguró en pequeñas grandes odiseas para expertos en fracasos. Es sabido que no pocas de esas historias surgieron por primera vez en la tertulia del café rosarino El Cairo, a la que Fontanarrosa acudía con el ojo entrenado para detectar cuentos en potencia. A la hora de buscar los secretos de su genio, quizá valga la pena tener en cuenta que si algo define a esos relatos es el espíritu y el tono de quien cuenta una anécdota en la mesa de un bar, donde los debates se ganan con exageraciones y el mejor narrador siempre es el más divertido.
En esa escuela vital y narrativa se formó Fontanarrosa, quien fue capaz de convertir la charla entre amigos en una auténtica fábrica literaria. La barra de su bar predilecto aparece en múltiples ocasiones en sus textos (mención especialísima a "Experiencia en El Cairo", de No sé si he sido claro ) y nunca deja de estar implícita en el exotismo inocentón con el que aborda historias de espías, aborígenes o toreros, a los que una y otra vez dota del encantador carisma de los antihéroes. Sus novelas ( Best Seller, El área 18 y La gansada ) crecen en ese paisaje de aventura en el que de antemano queda claro que todo saldrá mal, o bien de pura casualidad, que es como por aquí se llama al éxito. A poco más de seis años de la muerte del creador del filósofo pampero apodado "El Renegau", quizá convenga recordar que tertulias como las de El Cairo, donde los amigos se reúnen sin horarios y por el puro placer de encontrarse, hay cada vez menos en las grandes ciudades argentinas. Su último retrato vivo es la obra de Fontanarrosa, prueba inocultable de que nunca se sabe qué es lo que hace grande a la gran literatura. La mejor manera de intentar develar su misterio es no dejar de leerlo.
Los volúmenes de la colección
La mesa de los galanes .El mundo ha vivido equivocado .Puro fútbol .Best Seller .No sé si he sido claro .El área 18 .El mayor de mis defectos .Te digo más .La gansada .Nada del otro mundo .Una lección de vida .Uno nunca sabe .Los trenes matan a los autos
Sábado, 9 de noviembre de 2013
|