Viernes, 21/2/2025   Paso de los libres -  Corrientes - República Argentina
 
Opinión
El síndrome de hubris y la desmesura del poder
Dado las circunstancias que nos tocan vivir como Ciudadano Libreño, nunca una patología tan clara y templada para definir a nuestros políticos de hoy.


El síndrome de «hubris» se refiere a una dimensión que caracteriza a ciertas personas que ejercen un poder excesivo, en cualquier disciplina. Viene del término hybris, que significa «desmesura» en griego. Sería lo antagónico a la moderación.

El filósofo David E. Cooper lo definió como el exceso de confianza en uno mismo y el rechazo a las advertencias y consejos, tomándose a sí mismo como modelo. Describe a personas omnipotentes, arrogantes y soberbias que magnifican sus recursos o virtudes y se comportan de una forma despectiva hacia las demás personas, sobre todo, hacia aquellas que ejercen un trabajo menos relevante.

Esta sintomatología no suele desarrollarse de manera brusca, sino progresiva. Una persona que puede o no haber sido excelente a nivel académico alcanza un puesto importante. Aunque al principio muestre dudas sobre su competencia y sus funciones, poco a poco aparecen fieles que, si las cosas salen bien, le refuerzan con lo que, como líder, interpreta que ha llegado allí solo por méritos propios. En ese momento, empieza a desarrollar una sensación de omnipotencia. (Clara característica del “Tinchismo” en Paso de los Libres).

Con el paso del tiempo, aquel que le desafía se convierte en su enemigo, pudiendo incluso llegar a volverse paranoico. Esto le hace aislarse, no se deja asesorar y comienza a tomar decisiones individuales porque se cree en la posesión de la verdad. Si falla, nunca reconocerá que se ha equivocado. Si pierde su cargo, se mostrará sorprendido e incrédulo porque considera que era la persona idónea para ejercerlo y podría causarle un cuadro depresivo.

Una solución a este “trastorno narcisista” sería que la educación del dirigente le llevara a reflexionar sobre el hecho de que “la política es un medio para resolver los conflictos y no un campo para el narcisismo propio”. Mandar no es gobernar.

El poder, por sí mismo, produce un cambio de mentalidad, aunque no se quiera. Cuando se ejerce, se va produciendo una “alteración de la perspectiva a la hora de ver la realidad”. Por lo tanto, conviene estar preparado para asumir el poder con responsabilidad, entender que siempre hay un otro que no es un medio sino un fin y enfocarse en lo importante, es decir, en solucionar problemas colectivos y no solo disfrutar del poder en sí mismo.

Difícil que ciertos personajes entiendan estos conceptos, pero nunca es tarde para hacer resonar este triste escenario.


Miércoles, 19 de febrero de 2025

   

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