YAPEYÚ Dueña de una whiskería enfrentará un juicio por promover la prostitución La causa se inició por la denuncia de una víctima. Testimonio de un “cliente” arrepentido. Investigación paralela en la justicia federal. La Justicia correntina abrirá juicio contra una mujer, dueña de una whiskería y acusada de promover la prostitución, en el marco de una causa que se inició a raíz de una denuncia de una joven de bajos recursos que era obligada a tener relaciones sexuales con “clientes” del local mayores y menores de edad. Se trata de Mirtha Beatriz Sandoval, de 53 años, más conocida como “Adriana”, quien actualmente está detenida y procesada por dos delitos: “Promoción de la prostitución agravada por el medio empleado” (art. 126 inciso 1º del Código Penal) en concurso real y “Regenteo y administración de casa de tolerancia” (art. 17 de la Ley Nº 12.331), escala penal prevista de cinco a diez años de prisión y multa de 12.500 a 125.000 pesos.
La mujer está sindicada de regentar un local denominado “La Manzanita”, ubicado por la ruta Nacional Nº 14, en el acceso a la localidad de Yapeyú. El presidente del Tribunal Oral de Paso de los Libres, Marcelo Fleitas, ya habilitó la etapa preliminar del juicio en la que las partes deberán ofrecer las pruebas. Al mismo tiempo, la Justicia correntina envió copias del expediente al Juzgado Federal de Paso de los Libres, para que investiguen a Sandoval por el delito de Trata de Personas (ver: “Trata: causa paralela...”).
Según el auto de procesamiento, al que NORTE de Corrientes tuvo acceso, la causa se inició en junio de 2013 cuando la víctima, C.D.B., de 19 años, denunció a la propietaria de “La Manzanita”. Su testimonio derivó en un allanamiento al local donde fue detenida Sandoval.
En su relato, la joven víctima de bajos recursos contó que había ido a vivir en la casa de Sandoval -el mismo lugar donde funcionaba el prostíbulo-, siendo engañada por ésta para que trabaje en quehaceres domésticos y venta de bebidas en la barra. Expresó que a los pocos días “Adriana” comenzó a promover la prostitución diciéndole que tenía que vender su cuerpo. Que por su culpa, ella estaba perdiendo dinero en el “negocio” y que si no pasaba a la pieza con los “clientes” a tener sexo, no le iba a dar de comer. Según la pieza procesal, la imputada se aprovechó “así de la situación de vulnerabilidad en que encontraba la víctima al no tener lugar donde vivir”.
La joven continuó su relato: “La dueña comenzó a molestarme y me decía que por qué no pasaba (a la pieza con los clientes), que por culpa mía ella estaba perdiendo mucha plata”.
Fue así que la chica contó lo que ocurrió el 26 de mayo de 2013, mientras se realizaba una fiesta en el local: “Me llamó la dueña y me quiso obligar a que pasara a la pieza con clientes y ahí le dije que no. Me lleva a la cocina y me dice que tenía que vender mi cuerpo si quería comer, como amenazándome. En un momento me toma de la ropa y me da un sacudón y me pega unas cachetadas para que yo accediera y me acostara con personas que le estaban ofreciendo buena plata por mi cuerpo”.
Fue así que la víctima terminó en una habitación con un hombre (de quien se reserva su identidad al ser testigo clave en la causa) que le pagó a la propietaria del local, como regente y administradora de la casa de tolerancia, la suma de 200 pesos para tener relaciones con la denunciante. Según detalla en el auto de procesamiento, “el contacto sexual no se produjo entre ambos por común acuerdo entre los dos” (ver “Cliente” arrepentido).
“Un día le aviso (a Sandoval) que me iba del lugar y otra vez me toma de los cabellos, me pega y no me dejaba salir hasta que pude sacar algunas de mis cosas”, dijo la joven.
En la declaración en sede judicial, la víctima amplió su denuncia y señaló que en el prostíbulo concurrían asiduamente menores de edad, oriundos de distintas ciudades vecinas, como también de la misma localidad de Yapeyú, a la par que brindó detalles sobre la identidad de cada uno de ellos.
En una inspección ocular durante el allanamiento, los investigadores observaron que en el local había una máquina reproductora de música que funciona con monedas, una barra de madera, un freezer horizontal cerrado sin funcionar, dos repisas con bebidas alcohólicas, fluorescentes recubiertos que dan la apariencia de “luz negra”, dos mesas de pool, una cama de dos plazas y otra de una plaza. Otras tres habitaciones que pertenecerían a los moradores: la imputada, sus hijos y las señoritas que ejercen la prostitución. Luego se halló un pozo de donde se extraía agua puesto que la vivienda no contaría con agua corriente. s
Trata: causa paralela en la Justicia Federal
En “La Manzanita” fueron halladas también otras dos mujeres explotadas sexualmente. Una de ellas contó que había conocido a Adriana cuando estaba en Mercedes. “La conocí mediante una amiga mía que le dio mis referencias, y por eso me ofreció trabajo en su local. Lo que me llamó la atención es que la dueña de este lugar nunca nos llevó a examinar por el médico para higienizarnos. Lo hacíamos en un bañito precario de la casa donde sacábamos el agua de un pozo de aljibe”. A raíz de estas declaraciones, en la pieza procesal se estableció que “es posible inferir, por la relación que existía entre la testigo y la imputada Sandoval, la posible comisión de otro delito”. Se trata de la explotación comercial de la prostitución ajena (artículo 127 del Código Penal). “Sin embargo, en función de estos mismos dichos, por la idea de captación y traslado de las explotadas, así como la posible situación de vulnerabilidad que origina su asentimiento, la aludida explotación comercial es una conducta que debe subsumirse en la mucho más compleja que implica la trata de personas (art. 145 bis del CP), por lo deberá investigar más profundamente la Justicia Federal”, dice el fallo del procesamiento. s
La declaración de un “cliente” arrepentido corrobora la hipótesis acusatoria. “Yo pagué 200 pesos pero no tuve relaciones con C.D.B., sólo pagué para ayudarla porque ella me dijo que andaba mal”. El hombre agregó que una noche estuvo conversando con la víctima en la barra. “Pagué un par de cervezas compartidas para que ella gane algo de plata y después ella me dijo si quería pagar un pase con ella (ir a una habitación a tener relaciones por dinero), entonces le dije que sí y le pagué $200 a la dueña del local. Una vez en la pieza, la chica me dijo que no se animaba a tener sexo y yo le dije que estaba todo bien y hablamos”. La víctima ratificó lo declarado por el “cliente” diciendo que de común acuerdo no tuvieron relaciones y que ella aprovechó para contarle su calvario. “Él me dijo que me iba a ayudar a salir de ahí”, dijo la chica.
Fuente: Nortecorrientes.
Lunes, 19 de mayo de 2014
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