EN LA MAS REÑIDA ELECCION PRESIDENCIAL EN 25 AÑOS, DILMA SACARIA UNA LUZ DE VENTAJA Hoy se vota en un clima de tensión extrema Los grandes medios de comunicación reforzaron, a última hora, su apuesta por Aécio. El disparo inicial partió de la revista Veja, que vende un millón de ejemplares, acusando a Lula y a Dilma de ser cómplices de la corrupción en Petrobras.
Hasta el minuto final, tal y como era previsible al término de la primera vuelta, el pasado 5 de octubre, Brasil vive la más disputada elección presidencial de los últimos 25 años. Ante la segunda y decisiva vuelta, la actual mandataria Dilma Rou-sseff, del Partido de los Trabajadores, logró situarse en una ventaja razonablemente confortable sobre su adversario, el neoliberal Aécio Neves, quien se presenta bajo la bandera socialdemócrata: ocho puntos, según el instituto Ibope, o seis, según el Data
Folha. Se confirmó, así, una tendencia observada en la semana anterior, con un ligero repunte de Dilma sobre Aécio, que hasta entonces se mantenía en una situación calificada como de empate técnico.
Pero ayer, faltando menos de 24 horas para que se conozca el resultado, los mismos institutos indicaron una reacción del candidato neoliberal: para el Data
Folha, volvió a existir una situación de empate técnico, al haber una diferencia de solamente cuatro puntos entre Dilma y su adversario. Ya para Ibope, la presidenta se mantuvo en clara ventaja, pero de solamente seis puntos.
Los grandes medios de comunicación reforzaron, a última hora, su apuesta por Aécio Neves. El disparo inicial partió de la revista semanal Veja, que tiene una circulación de alrededor de un millón de ejemplares. Según la publicación, un operador de cambio del mercado negro, Alberto Youssef, que se encuentra detenido a raíz de un escándalo de corrupción que involucra al PT y a varios otros partidos políticos, habría afirmado, al prestar testimonio a la Policía Federal, que Lula y Dilma conocían todo el esquema de desvío de recursos y pago de sobornos ocurrido en la estatal Petrobras. No hay una sola prueba de lo que Youssef afirmó a sus interrogadores. Y, si efectivamente acusó a Lula y Dilma, no hay ninguna prueba indicando que lo que se supone que dijo sea cierto. A propósito, la misma Veja reconoce, en el texto escrito en tono bombástico y acusatorio, esa ausencia absoluta de pruebas. Pero como se trata de la primera denuncia contra Dilma, la revista, de oposición sistemática al PT, dice que no existe ninguna razón para que alguien dude de lo que se supone que dijo el detenido. Para realzar aún más el carácter electoralista de la publicación, esta vez Veja se publicó un viernes, cuando, desde su fundación, hace más de 40 años, sale los sábados.
El tema apareció, desde luego, en todos los periódicos de ayer, con gran destaque en el noticiero de la TV Globo, el de mayor audiencia en el país. Ha sido el refuerzo final a la campaña de Aécio Neves. Curiosamente, a ningún medio le ocurrió recordar que, hace como diez años, el mismo Alberto Youssef hizo un acuerdo con la Justicia, comprometiéndose a denunciar toda una extensa trama de evasión de divisas a cambio de no ser condenado a la cárcel. Al final, fue preso: no se pudo comprobar lo que él confesó a cambio de la libertad.
En ese clima de extrema tensión, que culminó con un auténtico golpe mediático, 143 millones de electores brasileños se dirigen hoy a las urnas en todo el país. Y termina así una campaña que se caracterizó, además de la agresividad entre los candidatos, por una trayectoria sorprendente: cuando tuvo inicio, en julio, todo indicaba una disputa entre Dilma y Aécio, con un tercer candidato, Eduardo Campos, del Partido Socialista Brasileño, corriendo a mucha distancia y sin ninguna perspectiva concreta de victoria. A mediados de agosto, Campos murió en un accidente aéreo ocurrido en circunstancias confusas. En su lugar entró la ambientalista evangélica Marina Silva, que luego se transformó, acorde a los sondeos electorales, en un verdadero fenómeno. Muy rápidamente superó a Dilma y pareció condenar Aécio Neves al ostracismo.
Faltando poco más de una semana para la primera vuelta, y gracias a la contundencia de la campaña electoral de Dilma Rousseff, el fenómeno Marina se desinfló. Aécio Neves, que todo indicaba que estaba liquidado, reaccionó, la superó y pasó a la segunda vuelta. Marina, que tanto lo había criticado, y que tan criticada había sido por él, terminó por aliarse al neoliberal, que lideró todos los sondeos y encuestas durante las dos primeras semanas. Faltando cinco días para la fecha final, Dilma volvió a conquistar el liderazgo en los sondeos. Y ahora, a menos de 24 horas, el gran conglomerado de los medios de comunicación corrió para socorrer a Aécio Neves. Y así el país amanece este domingo, en un ambiente de absoluta indefinición.
Durante esta última etapa de la campaña, tanto en los debates transmitidos por las cadenas de televisión como en la propaganda política, quedó muy claro que ambos candidatos tienen proyectos radicalmente opuestos. Dilma Rousseff asegura que, si permanece al frente del gobierno, irá mantener la línea establecida desde 2003 por el entonces presidente Lula da Silva, de fuerte cuño social. Prometió adoptar las medidas necesarias para que la economía vuelva a crecer con fuerza (las previsiones para 2014 son de un crecimiento nimio, de alrededor de un uno por ciento), para mantener la inflación bajo control, pero fue enfática en la defensa de su programa social, que va de la Bolsa Familia a la creación de escuelas técnicas de enseñanza media, de más universidades populares, de más viviendas para la población de bajos ingresos (fueron casi 4 millones desde 2011). Prometió también mantener el desempleo en los actuales niveles, los más bajos de la historia. Ya su adversario concentra sus promesas en dos campos distintos: dice que va a mantener y mejorar la mayor parte de los programas sociales existentes, pero pretende adoptar medidas drásticas para favorecer a la iniciativa privada. Anunció también que fortalecerá el superávit fiscal, reducirá la inflación a la mitad y revisará los gastos excesivos del gobierno, sin aclarar si en tales excesos se encuentran los programas de vivienda popular, de médicos extranjeros actuando en regiones a las cuales los doctores brasileños se rehúsan a ir, o de becas subsidiadas para que estudiantes de las clases más bajas puedan concurrir a universidades.
Mañana se sabrá por cuál de los proyectos de país optó la mayoría de los brasileños.
Por Eric Nepomuceno
Domingo, 26 de octubre de 2014
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