EL GRAN TESTIMONIO La necesidad de que estén vivos “Querría, si el tribunal me lo permite, decir quiénes fueron mis padres”, pidió Mariana antes de responder preguntas sobre el secuestro y asesinato de sus padres, Laura Susana Martinelli y Carlos Alberto Oliva. Fue el miércoles pasado por videoconferencia desde Santa Fe en la audiencia del juicio contra 25 represores de la Armada, el Ejército, la Prefectura y la Policía y el Servicio Penitenciario bonaerenses.
Carlos y Susana fueron secuestrados en 1976 en Mar del Plata y estuvieron en cautiverio en un centro clandestino de detención, torturas y exterminio de la Base Naval local. Luego fueron trasladados a Bahía Blanca y fusilados. El V Cuerpo de Ejército montó el falso enfrentamiento en las vísperas del año nuevo.
ROMPECABEZAS
“Mamá, Laura Susana Martinelli era la primera de un matrimonio de cinco hijos y vivían en Paso de los Libres, ella estudió en un colegio religioso y antes de irse terminó quinto año como mejor compañera y ya eran novios con mi papá”, comentó Mariana y agregó: “Mi papá era el tercer hijo de un matrimonio de clase media muy conocido y querido en Pasos de los Libres.
En 1971 la pareja emigró hacia Mar del Plata para estudiar -ella psicología y él economía- y trabajar. “Dar una semblanza de mis padres es como armar un rompecabezas con mil piezas, que todavía me falta”.
Los aportes familiares en la construcción de las biografías de sus padres se pierden con la adultez y el compromiso político. Por eso volvió a la Mar del Plata que abandonó en brazos en busca de los testimonios de sus compañerxs. “Por pura casualidad”, llegó el día del 25º aniversario de sus secuestros.
“En el ’73 y ’74 ambos padres trabajaban en la JUP, hacían peronismo de base, estaban afectados al barrio Belgrano. (…) En julio del ’76 mi papá era bibliotecario de la Facultad de Humanidades de Mar del Plata y mi mamá ejercía como maestra en la Escuela Municipal Nº2. Estaban ocupándose de la cuestión de prensa, fundamentalmente mi papá, tenían montado improvisadamente un taller gráfico donde imprimían boletines”, contó Mariana.
En julio de 1976 “su situación se pone crítica”. Luis Caro contactó a la pareja con otro compañero, Alberto Pellegrini, quien les prestó su taller de telas para que se refugien con su beba.
“El 1 de agosto cae un grupo de militares al departamento de mi tía Mecha Aquino buscándolos a mi mamá y a mi papá y, al no encontrar rastros, se llevan un montón de fotos familiares. Se instalan en el departamento privándola de salir y entrar hasta el 4 de agosto. En el interín, mi mamá que todavía trabajaba en la escuela municipal -esto lo sé por un cuento de María Pérsico que se llama Señas Peligrosas-, estaba dando clases y papá llega, la retira de la escuela con una excusa y a mediodía caen los militares”, relató.
El 5 de agosto Carlos fue detenido en la municipalidad cuando iba a cobrar el sueldo de Susana. Ella fue secuestrada a mediodía en el domicilio de Alberto Pellegrini. “Mamá estaba conmigo. Me arrancan de sus brazos. Mamá peleó, se defendió, opuso resistencia y se la llevan y me dejan en una tintorería en la casa de Alberto”.
Los militares que mantuvieron en cautiverio a sus tías Mecha y Ester habían prometido devolver a la beba. Después de rescatarla llamaron a la Base Naval y pudieron hablar con Carlos que “muy colapsado” atendió y dijo que Susana “estaba muy mal”. “Le da algunas directivas y luego, uno de los que habían estado en el secuestro de Mercedes, no sé si no es al que le decían el comisario Pepe que luego se identifica como Racedo, le llevan el bolsito de mis pertenencias”.
En septiembre, el abuelo de Mariana, Pedro Alberto Martinelli, pudo hablar con el jefe de la Base Naval, Juan Carlos Malugani, quien le dijo que estaban detenidos e incomunicados en otro lugar. “Después se reconstruye que habían sido trasladados en el mismo vuelo hacia Bahía Blanca. Los datos que tenemos allí son muy pocos, fue muy difícil para mi tía y mi abuelo tener noticias y lo próximo que sabemos es la simulación de un enfrentamiento el 31 de diciembre del 76″.
En Paso de los Libres los diarios y la radio desinformaron que “resultó abatida” Laura Susana Martinelli y “prófugo” Carlos Alberto Oliva y otro NN. Tenían 23 y 25 años. “Por supuesto que es un enfrentamiento fraguado porque, como lo demuestran los informes de los peritos, mi mamá fue fusilada por la espalda y probablemente mi papá también, no tenemos el cuerpo. Salen fotos de un Citroën quemado y dos cuerpos calcinados totalmente. Otra incongruencia porque no corresponde el grado de calcinación de los cuerpos con el grado de quemadura del auto”, explicó Mariana.
Para la “historia oficial” a fines de diciembre quedaron a disposición del PEN y en enero de 1977 fueron liberados. Sin embargo el abuelo Martinelli, tal vez por ser militar retirado, recibió el cuerpo de su hija. Lo mismo sucedió con su hijo Pablo, estudiante y militante en Resistencia, asesinado en la calle.
SALVAVIDAS
Mariana se crió con sus abuelas en Paso de los Libres: “A la mamá de mi mamá, Beba, le digo que las dos tuvimos un salvavidas mutuo (…) La ausencia la sentí cuando empecé a crecer, a querer saber cómo eran, qué hacían y cómo eran de adultos. Yo vivía itinerando de la casa de mis abuelos maternos a la de los paternos, era una especie de nomadismo infantil”.
“Crecí teniendo imágenes fragmentadas de mis padres, siempre positivas, se hablaba de sus virtudes. En la calle, Paso de los Libres es un pueblo y todos los conocían, la gente me decía que soy muy parecida a ellos y me expresan su cariño. De mi papá fue más difícil porque si bien tenía sus fotos, siempre me comentaban de su infancia pero en un momento empecé a sentir un agujero bastante importante y, a medida que pasa el tiempo va haciéndose más grave”, aseguró.
Su maternidad acentuó la ausencia: “Yo no le puedo explicar, señor juez, lo que es ser madre y vivir todo lo que mi mamá habrá vivido conmigo y pensar que yo cuando tenía cinco meses me arrebataron de mis padres, me quitaron a mí de ellos, aniquilaron su vida en la flor de la edad”.
Mariana subrayó su dificultad para explicarle a sus cuatro hijos porqué no tienen a sus abuelos. “Les tengo que explicar lo que pasó, quiénes eran, lo que hacían, su militancia y compromiso social, que pensaban diferente, por un mundo mejor, actuaban. Les tengo que explicar que fueron fusilados, que los mataron por pensar y actuar diferente. A niños de 9, 6 y 2 años, en este momento tengo una beba de meses… El agujero es enorme y cada vez es más notoria la ausencia y la necesidad de que estén vivos”.
Fuente: Juiciobahiablanca
Jueves, 20 de noviembre de 2014
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