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EXPULSAN AL DUEÑO DEL DIARIO EL MERCURIO POR COLABORAR CON LA DICTADURA EN CHILE
Un colegio de periodistas se depura
La única sanción moral al empresario y periodista de 87 años busca reparar simbólicamente el enorme daño que causó a la sociedad chilena el periódico conservador. Sin embargo, Edwards no ha sido condenado ni procesado judicialmente.


Más de cuatro décadas después, el Colegio de Periodistas de Chile expulsó a Agustín Edwards, dueño del diario El Mercurio, por contribuir con el golpe de Estado contra Salvador Allende. La pequeña sanción moral al empresario y periodista de 87 años, conocida la semana pasada, busca reparar simbólicamente el enorme daño que causó a la sociedad chilena el periódico conservador. Sin embargo, Edwards no ha sido condenado ni procesado judicialmente por ninguna de las operaciones de montaje que llevó adelante El Mercurio, ni por sus mentiras, ni porque habría recibido financiamiento de la CIA durante la administración Nixon para colaborar con la propaganda desestabilizadora del gobierno de Unidad Popular.

“Es difícil entender la historia de Chile sin El Mercurio”, dijo el entonces presidente Ricardo Lagos cuando el periódico fundado en 1900 cumplía cien años, en alusión al rol fundamental en la política que tuvo el diario, siempre portavoz de la oligarquía y del poder financiero. “El Mercuriomiente” fue la frase que más resonó entre los estudiantes en 1967, que ya por entonces reclamaban una reforma de los centros de estudios. Durante la protesta estudiantil de 2011, El Mercurio dedicó varios editoriales para defender las bases del modelo neoliberal y rebatir las principales demandas de los jóvenes.

Agustín Edwards –el quinto Agustín de una familia dueña de grandes fortunas– convirtió al diario en un bastión contra el gobierno socialista, en un defensor de la dictadura y en un promotor del sistema económico de total apertura de los mercados al mundo impulsado por los Chicago boys a mediados de los setenta, cuya herencia continúa en la actualidad.

Durante los tres años de gobierno de Unidad Popular, Edwards vivió en Estados Unidos, como accionista de Pepsi-Cola. Dejó a dos hombres de su confianza en la presidencia de El Mercurio, Fernando Léniz y Hernán Cubillos, quienes luego serían ministros de Economía y de Exteriores de la dictadura de Pinochet. “La CIA gastó más de un millón y medio de dólares para apoyar a El Mercurio, el principal diario de Chile y el más importante canal de propaganda en contra de Allende”, señaló Patricia Verdugo citando los archivos desclasificados de EE.UU. en el libro Salvador Allende: cómo la Casa Blanca provocó su muerte.

El 9 de abril de 1987 El Mercurio publicó en la tapa que dos estudiantes de la Universidad de Santiago eran los líderes de los disturbios que se generaron en Parque O’Higgins, durante la visita del papa Juan Pablo II. El medio tituló “Identificados violentistas del PC en el parque” y señalaba a Iván Barra Stuckrath y Jorge Jaña Obregón como los responsables de los desmanes. Los jóvenes ni siquiera estaban en el lugar y la Justicia después comprobó que eran inocentes. El abogado Luis Cuello Peña, quien patrocinó la denuncia ética contra el diario presentada ante el Colegio de Periodistas en noviembre pasado, contó a Página/12 que usó este ejemplo de montaje periodístico como prueba irrefutable. “Fue una operación de los organismos de seguridad. Los dos estudiantes estaban detenidos y eran torturados cuando se publicó la tapa. El diario nunca aclaró la falsedad de la información.”

El abogado y organismos de derechos humanos sostuvieron en base a los testimonios de las víctimas de la represión y material documental que El Mercurio fue un aparato de propaganda de la dictadura y que en lugar de proteger a los trabajadores de prensa difundió las listas de periodistas que eran perseguidos. “Cometió infracciones al código de ética, ya que atentó contra el deber de amparar a los periodistas”, dijo Cuello Peña.

El dueño del periódico nunca fue enjuiciado por las operaciones de encubrimiento y montajes de El Mercurio, como de otros medios de su imperio periodístico. En octubre de 2013, Edwards declaró ante el juez Carroza en calidad de testigo por la causa que lleva el magistrado sobre los instigadores del golpe del `73. Las preguntas giraron en torno del financiamiento de la CIA a El Mercurio, los viajes al extranjero que en esa época hizo Edwards, y la injerencia que él tenía en la línea editorial del periódico y de sus otros medios asociados, como el vespertino La Segunda. “No recibí dineros de la CIA”, sostuvo el empresario ante el juez, y aseguró que no tuvo incidencia en la línea editorial del diario mientras vivió en EE.UU. y tampoco a su regreso, en 1975, cuando se hizo cargo de los negocios familiares. Agustín Edwards es un retrato vivo de la impunidad de los civiles colaboracionistas en Chile.


Domingo, 26 de abril de 2015

   

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