EL PJ CORRENTINO SIMPLE APRENDIZ La interna como instrumento para crecer  El Jefe de Gobierno porteño se plantó ante la sociedad como un líder capaz de encabezar un espacio de poder democrático. No temió a la compulsa establecida con Michetti y Larreta. Dejó que vayan a las urnas y así legitimar a la oferta macrista ante los porteños. El justicialismo correntino hizo lo contrario. Evitó con artilugios alcanzar una elección puertas adentro ordenada. Dividió las aguas incluso en la mentada lista de consenso que diagramaron sin nada de suerte Fabián Ríos y Camau Espínola.
EL TEMOR AL VOTO DIRECTO DEL AFILIADO.
Lo que pasó en la interna del macrismo en la Capital parece ser la contracara de lo que ocurrió en el justicialismo de Corrientes. Pudiendo hacer las cosas bien, se prefirió el camino de los atajos eludiendo una confrontación interna que hubiera podido poner en blanco sobre negro la realidad del peronismo con un actor fundamental que es el afiliado. Nada de eso se quiso hacer. Se retrasó sin justificación la convocatoria y cuando se la hizo se determinó la elección antes de los 60 días, quitando posibilidad a los sectores de participar en un marco de igualdad y transparencia. Todo muy distinto a lo que hicieron los liberales en la Provincia o el PRO en la Capital Federal. La interna sirvió para movilizarlos de cara a la sociedad sin dar lugar a los reclamos que se dieron en el PJ de Corrientes.
El resultado de las elecciones Primarias de la ciudad de Buenos Aires, en las que el macrismo resultó fortalecido por la competencia interna, sirvió como ejemplo a seguir para el justicialismo correntino, sumido en un mar de incertidumbre frente a los desafíos electorales que se aproximan producto de la falta de estrategia de sus máximos referentes.
De acuerdo a distintas expresiones de los afiliados peronistas, las elecciones internas que el PJ correntino se aprestaba a celebrar este año hubieran funcionado como un estímulo a la militancia y al resto de los afiliados de modo que, en un clima de sana competencia, las distintas facciones pudieran medir fuerzas para posicionar a los candidatos con mayor consenso.
La estrategia de Mauricio Macri fue no temerle a la democracia interna. Cuando Gabriela Michetti se plantó ante la opción de Horacio Rodríguez Larreta, el Jefe de Gobierno porteño se mantuvo al margen y permitió que las autoridades orgánicas de su partido garantizaran el marco para la pulseada, en la convicción de que su candidato se impondría con un nivel de legitimidad superior al que hubiera logrado con una lista única.
La fotografía que mostró el PRO el domingo por la noche, con Macri a la cabeza de un fuerza que, gracias a su interna captó el 50 por ciento de los votos de la ciudad de Buenos Aires, fue el ideal que anhelan las fuerzas con vocación de poder, con todos sus integrantes enfocados en un mismo objetivo, más allá de las diferencias de matices que pueda haber entre cada sector de un mismo tronco ideológico.
El Jefe de Gobierno convirtió la primera experiencia porteña con las Paso en un trampolín para presentarse al país como el gran candidato de la oposición, desde un sitial ganador y con la mitad de los votos de su distrito en el bolsillo. El acto de festejo fue a todas luces un relanzamiento de su campaña nacional, y todo gracias a una interna ejemplar.
Por ello es que los afiliados justicialistas sostienen que la contracara del macrismo es la que muestra hoy el peronismo de Corrientes, sin un rumbo claro para enfrentar a la alianza gobernante de la Provincia y con sus máximos referentes enrolados en proyectos individuales al punto de haber complicado el diálogo interno con toda clase de chicanas.
El PJ de Corrientes, teniendo todo para consolidarse como la alternativa de cambio que reclama la sociedad después de 14 años de administraciones encabezadas por el radicalismo, se dejó llevar por las ansias de protagonismo de sus dirigentes y desmovilizó a la militancia sin aprovechar el gran caudal electoral obtenido en 2013, cuando estuvo más cerca que nunca de ganar el Gobierno provincial.
Sin embargo, las cabezas del movimiento justicialista optaron por el camino del individualismo y eludieron la interna con una sumatoria de desprolijidades y actos descomedidos.
El resultado de estos desarreglos fue el panorama que muestra en la actualidad el Partido Justicialista: una situación de virtual acefalía configurada como consecuencia de la falta de iniciativa de quienes ocupan los cargos directivos; pues, aun cuando hay autoridades constituidas, se evidencia la falta de conducción y organización para una elección compleja y dramáticamente cercana en el tiempo.
A dos meses de la fecha electoral establecida por el Ejecutivo provincial, en el PJ nadie sabe quién comandará una campaña corta e intensa. Y sabido es que sin comando ni jefe de campaña, la estructura partidaria no rinde en todo su potencial.
Ya no queda tiempo para recomponer el ritmo de organización interna que el PJ podría haber logrado con una dinámica interna como la que exhibió el PRO el domingo pasado, por lo que todo dependerá de la capacidad individual de los candidatos y sus respectivos padrinos, inermes ante el desafío de enfrentar la aceitada maquinaria de la alianza gobernante.
A esta altura de los acontecimientos está claro que ni Camau Espínola, ni Fabián Ríos querían votar. En realidad nunca quisieron. En sus actitudes endogámicas, sin vocación de un diálogo franco que priorizara los grandes objetivos del peronismo, hicieron todo lo posible para que no se convocara a elecciones con tiempo y el PJ perdió la oportunidad de ejercer el voto directo para decidir su propio destino.
Fuente: Ellibertador
Miércoles, 29 de abril de 2015
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