BOLIVIA ENTRO EN LA ERA ESPACIAL CON EL LANZAMIENTO DEL TUPAC KATARI Un satélite como parte del desarrollo La distribución de una renta basada en la nacionalización de empresas estratégicas elevó el nivel de vida de la población, pero le valió al gobierno de Evo críticas desde sectores ambientalistas. Bolivia entró en la era espacial con el lanzamiento del satélite Tupac Katari, pero ese hecho –por lejos, el más importante de su historia tecnológica– es apenas una muestra del desarrollo que le imprimió al país el gobierno de Evo Morales. El proceso de cambios que acompañó su puesta en órbita desde China es una suma de realidades productivas que se compadece con el crecimiento de la economía: un 6,5 en 2013. Las áreas que se destacan son las telecomunicaciones, los hidrocarburos, la minería, las manufacturas –entre las que sobresale la primera fábrica de papel–, la agroindustria, la energía y el transporte.
“Hace 232 años, Tupac Katari, antes de su descuartizamiento por el imperio español, dijo: ‘Yo muero pero volveré en millones’. Nuestro abuelo Tupac Katari ahora, convertido en satélite de comunicación, es una luz, una estrella para iluminar la liberación de nuestro pueblo en Bolivia. Tupac Katari conectando a millones, comunicando a millones y liberando a millones”, dijo Morales desde el Centro Espacial Xichang, en China, durante su tercera visita desde que es presidente.
El satélite costó 302 millones de dólares que financió en un 85 por ciento el Banco de Desarrollo de China (CDB) y el resto el Estado boliviano. Comenzará a emitir señales a partir de abril de 2014 y permitirá ampliar y mejorar los servicios de telefonía, Internet, televisión y radio. También se empleará con fines de seguridad y defensa. Personal civil y militar que recibió formación especializada en China lo operará desde dos estaciones en las regiones de La Paz y Santa Cruz. La puesta en órbita del Tupac Katari se festejó en toda Bolivia. No es para menos. El Estado se ahorrará 25 millones de dólares anuales por el pago de la señal satelital a otros países.
Las telecomunicaciones fueron nacionalizadas por el gobierno de Evo en 2008. Entel tiene cuatro millones de usuarios en el país y su flujo de caja permite pagar la renta Dignidad para los jubilados y el bono Juancito Pinto, destinado a disminuir la deserción escolar y cubrir los gastos de transporte y útiles de los alumnos que cursan la educación primaria y secundaria.
La distribución de una renta basada en la nacionalización de empresas estratégicas elevó el nivel de vida de la población, empoderó a los sectores más postergados, pero le valió al gobierno críticas desde sectores ambientalistas por su modelo extractivo. Por ejemplo, de las organizaciones que representan a pueblos originarios y que mantienen divisiones internas, como el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qollasuyo (Conamaq) y la Confederación Indígena del Oriente Boliviano (Cidob). El dilema que se presenta entre desarrollo y respeto al medio ambiente excede a Bolivia. Y además, origina una pregunta: ¿cómo se hace para que vayan a la par?
El gobierno de Morales presenta como la mayor inversión nacional a la planta de amoníaco y urea de Bulo Bulo, en el departamento de Cochabamba. Su costo asciende a 843,9 millones de dólares. La petroquímica contribuirá al mejor rendimiento de la agricultura gracias a la fabricación de fertilizantes. Material impreso por el Estado informa que las empresas nacionales contribuyen con el 30 por ciento de la economía productiva. De ese porcentaje, las de minería e hidrocarburos son las que más crecieron.
“En mayo de 2014 el país comenzará a ensamblar baterías de litio en la Palca Potosí”, dice el Ministerio de Comunicación. Será en la primera fábrica de Sudamérica de baterías primarias para relojes, cámaras y vehículos. Bolivia es el primer productor mundial de litio, con el 50 por ciento de las reservas ubicadas en el Salar de Uyuni, Potosí.
Una de las primeras nacionalizaciones de Morales fue el yacimiento de estaño de Huanuni, el 31 de octubre de 2006. La nueva fábrica de procesamiento del mineral –la mina posee una reserva de 6,6 millones de toneladas métricas para explotación en los próximos siete años– tiene un avance del 30 por ciento. En Huanuni se hicieron huelgas contra la ley de pensiones, hubo mineros detenidos y persiste un núcleo duro de resistencia al gobierno. Montados en esas demandas obreras, sectores de una izquierda miope y funcional a los intereses que dicen cuestionar –de las compañías extranjeras y el MAS oficialista– han llegado a denunciar que se está “imponiendo un régimen cuasi fascista en Bolivia”.
Pese a estas críticas, la política de nacionalizaciones y reactivación minera no se detuvo. Lo demuestran los casos de Coro Coro, la planta productora de cátodos de cobre que había sido abandonada por sus trabajadores en la década del ’80 por falta de empleo y cuya situación se revirtió en 2009. Podría agregarse también la empresa minera de Colquiri, que en el primer trimestre de 2013 logró utilidades por cuatro millones de dólares.
En hidrocarburos y gas, Bolivia ha conseguido aumentar su producción con fuertes inversiones: 640 millones de dólares en Campo Margarita y 643,8 millones en la planta Gran Chaco de Yacuiba, según lo que informa el Ministerio de Comunicación. Otros 550 millones se programan invertir en el procesamiento de crudo, en las refinerías Gualberto Villarroel de Cochabamba y Guillermo Elder Bell de Santa Cruz.
En el sector manufacturero, Papelbol de Villa Tunari, Cochabamba, se destaca como la primera fábrica de papel del país, con una inversión inicial de 25 millones de dólares. Su producción podría alcanzar las 14 mil toneladas, suficientes para cubrir el 30 por ciento del consumo nacional. La empresa de Cartones de Bolivia (Cartonbol) también amplía la base de empleo en rubros que antes del gobierno de Morales no existían.
La industria de indumentaria ya exporta prendas a Venezuela desde la planta de Riberalta y Enatex (Empresa Pública Nacional Textil) produjo 366.000 unidades de una línea básica y otra más cara, entre abril y septiembre de este año.
Un ingenio en San Buenaventura construido por una empresa china potenciará la zafra en el departamento de La Paz, lo que reafirma una presencia ostensible de capitales de ese país en Bolivia, el mismo que lanzó al espacio el satélite Tupac Katari y ahora promete otro: el Bartolina Sisa, que sería construido en poco más de dos años y costará 150 millones de dólares. Evo ya lo anunció desde Beijing después de emocionarse y llorar por el logro espacial.
Por Gustavo Veiga.
Lunes, 23 de diciembre de 2013
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