ATENTADO A LA ZONA DE PAZ Por Emir Sader El aislamiento político de Estados Unidos en América del Sur tenía su correlato en el aislamiento militar. La base de Manta, en Ecuador, fue desactivada, así que Rafael Correa fue elegido presidente del país. En el paso de la presidencia de Colombia de Uribe a Santos, éste no apeló la decisión del Poder Judicial colombiano en contra de las ocho bases militares de la Operación Colombia, que no fueron así viables.
Cuando los gobiernos de América del Sur constituyeron el Consejo Sudamericano de Defensa, la entonces secretaria de Estado de los Estados Unidos Condoleezza Rice preguntó al entonces ministro de Defensa de Brasil Nelson Jobim cuál sería el lugar de Estados Unidos en ese nuevo órgano y tuvo como respuesta: “Distancia”. En su última reunión, a fines de enero, en La Habana, la Celac, a propuesta del gobierno cubano, decretó a América latina y el Caribe como “zonas de paz”.
Para intentar superar su aislamiento, también en el plan militar corrían rumores, aun durante el gobierno de Fernando Lugo, de que militares norteamericanos estaban instalados en territorio paraguayo, de forma no oficial, sin conocimiento del mismo gobierno de ese país.
Ahora llega la noticia de que el día 24 de febrero de este año, el Comando Sur de EE.UU. instaló un Centro de Operaciones para Emergencias en la ciudad paraguaya de Santa Rosa del Aguaray, en el departamento de San Pedro, al norte de ese país.
El anuncio fue hecho dos días antes por el director de planificación del Comando Sur, George Ballance, después de una reunión con el ministro de Defensa Nacional de Paraguay, Bernardino Soto Estigarribia. El embajador de Estados Unidos y dos diputados del Partido Colorado asistieron a la instalación de la base militar norteamericana.
De esa forma el país del Norte, después del golpe blanco que derrumbó a Fernando Lugo, recibe los dividendos de su nueva estrategia de cambio de gobiernos en América latina, para abrir espacio para la recomposición de sus espacios militares en la región. Mientras, el gobierno de Horacio Cartes cumple su proyecto de volverse el aliado privilegiado de Washington en la región.
La decisión no pasó por ninguna discusión publica ni tampoco por votación en el Parlamento paraguayo. De hecho, la penetración de agentes norteamericanos en el Estado paraguayo nunca dejó de existir, ni siquiera durante los años de gobierno de Lugo. Ya antes de la instalación del centro, la zona se había ido militarizando con la presencia de fuerzas norteamericanas.
Es una zona de grandes luchas campesinas de resistencia al control de las tierras por grandes corporaciones de exportación de soja, además de la presencia en territorio paraguayo del ambicionado reservorio de agua dulce más importante del mundo, el Acuífero Guaraní.
El disfraz de la instalación de la base militar es que se trataría de un centro de operaciones de “emergencia”, buscando pasar la idea de que tenía como función actuar en contra de situaciones de desequilibrio, ecológico o de catástrofes naturales.
Pero el Consejo Sudamericano de Defensa tiene que crear una jurisprudencia respecto de la presencia de tropas extranjeras en territorio de América de Sur, caso contrario la utilización de tropas norteamericanas acantonadas en ese centro podrán generar conflictos, que quedarán fuera de la posibilidad de intermediación de paz del Consejo. Al igual que la decisión de la Celac, se debe imponer una reglamentación que impida que bases militares de potencias externas a la región se instalen en la zona de paz de América latina y el Caribe.
Sábado, 8 de marzo de 2014
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