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TRES NUEVOS SONDEOS MARCAN UN REPUNTE SUYO Y UN ESTANCAMIENTO DE MARINA
Dilma se recupera haciendo política
La presidenta dijo, sin eufemismos, que Marina representa a los banqueros y al empresariado más concentrado, que pretende retomar el control del Estado del que estuvieron apartados durante los tres gobiernos petistas. Se vota el 5 de octubre.


Con fe en la política. La recuperación de la presidenta y candidata a la reelección, Dilma Rousseff, contemporánea con el estancamiento de la opositora Marina Silva señalados en tres encuestas publicadas la semana pasada, no fue obra de un milagro sino la consecuencia de politizar una campaña que había comenzado dominada por promesas más o menos bíblicas, y un velorio televisado en tiempo real.

La mandataria del Partido de los Trabajadores afrontó el riesgo de hablar sin eufemismos –aunque los entendidos en marketing político recomienden lo contrario– cuando aseguró que Marina Silva representa, y ella es consciente de ello, a los banqueros y al empresariado más concentrado que pretende retomar el control del Estado del que estuvieron apartados durante los tres gobiernos petistas, iniciados en 2003.

Dilma fue bastante didáctica al criticar la independencia del Banco Central, reivindicada insistentemente por Marina con el apoyo de su consejera Maria Alice Setúbal, heredera del Banco Itaú.

“Hijo mío (dijo Rousseff dirigiéndose a un reportero) esa gente que habla de dar autonomía al Banco Central quiere que volvamos al modelo económico anterior al gobierno del presidente Lula (2003-2011)”, para repetir el recetario del ex gobernante Fernando Henrique Cardoso, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (1995-2003).

“Quieren hacer un bruto ajuste fiscal, un superávit primario grande, aumentar las tasas de interés para afectar el empleo y reducir los salarios, yo estoy contra todo esto, yo me paro en otro lugar... los bancos tienen que ser escuchados, pero hay una diferencia entre eso y creer, como cree la candidata (Marina), que los bancos tienen que controlar la política monetaria, fiscal y cambiaria.”

Traducción: Dilma dio un giro a la izquierda para sorpresa de una derecha que presumía tener la campaña bajo control, y las elecciones medio ganadas, montada en el envión de Marina luego reemplazar al candidato Eduardo Campos, del Partido Socialista Brasileño, fallecido el 13 de agosto en un accidente aéreo.

Desde aquel día la popularidad de Marina, beneficiada con la conmoción popular frente a la tragedia y la televisación de unos funerales proselitistas, creció a un promedio de casi 10 puntos por semana, hasta alcanzar el 50 por ciento de las intenciones de voto en el probable ballottage del 26 de octubre con 10 puntos de ventaja sobre Dilma, según un sondeo realizado hace 15 días.

Luego del desconcierto inicial debido a la disparada de Marina, similar al causado por las manifestaciones de junio de 2013, el PT comenzó a revisar su estrategia, paulatinamente, primero con algunos cuestionamientos a las tesis vagas presentadas por la ambientalista –como su defensa de una “nueva política” sin partidos ni ideologías– y más tarde objetando el núcleo de su programa.

La embestida de Dilma contra el modelo liberal-ecologista hizo que parte del público identifique a Marina, antigua trabajadora rural de la Amazonia, con los banqueros que ya anticipan la necesidad de aplicar un “ajuste amargo” a partir del 1o de enero de 2015, cuando asuma el próximo gobierno.

Al parecer, Marina, con casi 3 décadas de militancia en el PT, comienza a perder su imagen asociada a los movimientos populares, donde varios dirigentes, inclusive campesinos amazónicos, denunciaron su giro hacia posiciones conservadoras.

El contrapunto entre la antigua y la actual Marina, ahora celebrada por las elites a las que combatió, es otro ingrediente que surge con la politización de la disputa preelectoral que tiende a restarle adhesiones, aunque es prematuro saber si esa sangría se profundizará.

Así lo retrata el sondeo de Ibope, publicado el viernes, donde Dilma Rousseff recogió el 39 por ciento de las intenciones de voto frente al 31 de su adversaria, de cara al primer turno del 5 de octubre, mientras en la anterior consulta Dilma tenía una diferencia de 4 puntos, 37 por ciento contra 33.

El oficialismo también mejoró respecto de un probable segundo turno, pues alcanzó el 42 por ciento frente al 43 de la oposición, que diez días antes aparecía con 7 puntos de ventaja. Las cifras de Ibope son similares a las publicadas la semana pasada por las empresas Datafolha y MDA que detectaron un repunte sostenido de Rousseff.

A pesar de su momentáneo estancamiento, Marina cuenta con un electorado cautivo respetable, superior al 30 por ciento, manteniendo vivas sus chances de victoria.

En los comandos de campaña es motivo de análisis no sólo la mejora del PT, sino una nueva narrativa: el debate se tornó más programático luego de un comienzo emocional y en este nuevo escenario se robustecen los argumentos del gobierno.

Aquí surge la cuestión petrolera, un tema recurrente, que ya rindió buenos resultados al partido fundado por Luiz Inácio Lula da Silva en 1980.

En 2006, el entonces candidato a la reelección Lula incluyó en su campaña proselitista el autoabastecimiento de crudo y enrostró al gobierno de Cardoso el haber intentado privatizar Petrobras a comienzo de la década pasada, cuando propuso que la empresa pase a llamarse Petrobrax, una nueva marca con la cual conquistar a inversores extranjeros.

Dilma volvió a defender la política energética de su gobierno, la semana pasada, al igual que lo hizo en la campaña de 2010, pero ahora agregando cuestionamientos a sus rivales, quienes pretenden “acabar” con los proyectos de explotación de los yacimientos de aguas ultraprofundas, o zona de pre-sal, cuyos royalties financiarán los presupuestos de educación y salud.

El alegato es convincente, pues se apoya en los hitos registrados en las gestiones marcadas por el hallazgo de crudo en 2007, gracias a las inversiones de riesgo destinadas a la exploración, y la extracción, que creció bastante este año en el área de pre-sal, desmintiendo las previsiones pesimistas de grupos vinculados a petroleras norteamericanas excluidas del negocio.

Por su trayectoria ligada al ecologismo radical y su presente subordinado a grupos empresariales, incluso extranjeros, Marina responde ambiguamente sobre cuál será su plan para los hidrocarburos, y prefiere recostarse en los argumentos éticos y religiosos.

En otro de sus arrebatos místicos, la dirigente, convertida al evangelismo dijo ser víctima de “ataques” del PT, pero prometió que está dispuesta a mostrarles la “otra mejilla”, como Cristo.

“Nunca imaginé, después de 30 años luchando en el PT, después de haber luchado por Lula, que serían ellos quienes van a hacer de todo para destruirme”, lamentó en declaraciones que merecieron amplio destaque en la prensa, que no disimula su simpatía hacia una victoria “marinera” .

Y lamentó que en su antiguo partido perdure “una visión autoritaria que es típica de la izquierda”, la cual quedaría en evidencia a través de los preconceptos hacia su amiga Maria Setúbal (Banco Itaú), “quien ha sido satanizada por tener dinero”.

Pero más allá de la fuerza emocional de sus declaraciones, en el PT sostienen que en un gobierno “marinero” será revisada la legislación petrolera para imponer límites a las atribuciones de Petrobras y revertir el proceso de reestatización en curso.

Esta es la opinión de Fernando Henrique Cardoso, uno de los fiadores políticos de Marina y quien acaba de viajar a Nueva York para hablar con inversionistas.

Marina y Cardoso coinciden en batir el parche de la corrupción en Petrobras citando el desvío de millones de dólares perpetrado por un ex alto ejecutivo actualmente preso y amenazado de purgar una larga condena, la cual sería evitada si se acoge a la delación premiada de sus cómplices entre quienes habría congresistas, algún ministro y empresas contratistas.






Por Darío Pignotti

Desde Brasilia


Domingo, 14 de septiembre de 2014

   

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