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ENTREVISTA A JOÃO PEDRO STEDILE, DIRIGENTE HISTORICO DEL MOVIMIENTO DE LOS TRABAJADORES RURALES SIN TIERRA DE BRASIL
“Dilma deberá optar por cambios profundos”
Para el referente del mayor movimiento social brasileño, si la mandataria resulta electa este domingo –o en ballottage– tendrá que dar respuesta a la demanda de reformas estructurales en educación, salud y transporte público.


João Pedro Stédile, dirigente histórico del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra, plantea que los gobiernos de Dilma Rousseff, candidata a la reelección, y Luiz Inácio Lula da Silva “fueron importantes para contener al neoliberalismo” a fuerza de redistribuir un Estado jibarizado en la década del ’90. Para el referente del mayor movimiento social brasileño, la opositora Marina Silva, que irrumpió en la campaña como favorita hace dos meses, dilapidó sus chances de imponerse en los comicios presidenciales en los que Dilma se perfila como favorita.

Una encuesta de Datafolha publicada ayer por la noche indica que la mandataria tiene el 40 por ciento de las intenciones de voto contra el 24 de la ambientalista Silva y el 21 de Aécio Neves, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña. Si la candidata del Partido de los Trabajadores venciera este domingo, o en el ballottage del 26 de octubre, se verá obligada a revisar la alianza en la que se apoyó para gobernar y aplicar un modelo “neodesarrollista”, observó el economista Stédile en diálogo con Página/12.

–¿En estas elecciones se somete a votación la gestión de Dilma o lo hecho en los tres gobiernos petistas?

–Los gobiernos de Lula y Dilma fueron el resultado de una amplia coalición de fuerzas sociales y políticas, con todas las clases, las burguesías financiera e industrial, el agronegocio, la clase media, los trabajadores, los campesinos y los brasileños más pobres. Fueron gobiernos importantes para contener al neoliberalismo, permitieron llevar adelante un programa neodesarrollista, basado en el trípode compuesto por la revalorización del papel del Estado, del crecimiento de la economía basado en la actividad industrial y la redistribución de la renta. Esos gobiernos de composición de clases llevaron adelante un programa que ya no es viable, aquel pacto se rompió y parte de la burguesía apoya a la oposición. Luego de doce años de gobiernos petistas no existen condiciones objetivas, internas y externas, para renovar ese pacto. Los gobiernos de Lula y Dilma transcurrieron en un período de retroceso del movimiento de masas y reflujo de las organizaciones de la clase trabajadora.

Si se ganaron las últimas tres elecciones esto fue porque parte de la burguesía se dividió y el PT, el mayor partido de la izquierda electoral, no tuvo la voluntad política de realizar un trabajo de formación política e ideológica. No hubo un proceso de ampliación de la participación popular en los gobiernos del PT, y es por esto que enfrentamos una crisis ideológica y la crisis del modelo de representación que generó las manifestaciones de junio del año pasado.

–En caso de ballottage, ¿cuál será el rol de Lula en la campaña?

–Considero que Lula es importante para fortalecer la identidad del voto por Dilma, en los trabajadores y los más pobres. Lula sigue siendo el mayor líder popular del país, por toda su trayectoria, y por tanto su peso es decisivo. Esto quedó demostrado en las iniciativas, como el acto reciente en Río de Janeiro de defensa de Petrobras como empresa pública, en defensa de que el petróleo sea explotado en beneficio del pueblo.

–¿Cómo imagina un segundo mandato de Dilma?

–Creo que lo que ocurra en el segundo mandato no depende sólo de la voluntad de Dilma, todo presidente depende de la correlación de fuerzas en la que se inscribe su gobierno y la capacidad de movilización social. Como ya dijimos antes, ella deberá cambiar alianzas porque el programa neodesarrollista dejó de ser viable y por eso parte de la burguesía que la apoyó ahora está con Aécio o Marina. Dilma deberá dar respuesta a la demanda de cambios profundos, estructurales en el sistema tributario, en el actual modelo económico de superávit primario que deberá ser cambiado por otro que destine ese dinero a las políticas de educación, salud, vivienda, transporte público de calidad, la reforma agraria.

–Las protestas de 2013 fueron un punto de inflexión, ¿considera que habrá otras?

–Uno puede esperar que se retomen las movilizaciones de masa a favor de los cambios y que la burguesía se oponga a éstos, endureciendo su tono opositor aferrándose a los privilegios que todavía detenta y exigiendo un realineamiento económico con Estados Unidos. El próximo gobierno será un período de disputas y si Dilma no opta por una inflexión clara hacia el cambio tendremos cuatro años de crisis políticas e inestabilidad.

–El MST, los sindicatos y otros movimientos recogieron casi 8 millones de firmas por la reforma política. ¿Cuál es su balance?

–El plebiscito popular fue un acontecimiento de pedagogía política de masas para provocar el debate sobre la reforma política, para superar la crisis de representación que enfrentamos. Luego de esta fase vamos a trabajar por la realización de un plebiscito legal para la concreción de una reforma política a través de una asamblea constituyente. Por suerte, los principales líderes populares como Lula comparten la idea de que sin una constituyente no es posible lograr una reforma política, y sin ella el próximo gobierno va a quedar de manos atadas y el pueblo volverá a salir a la calle, pero más indignado que en 2013.

–Marina Silva emergió como la representante de los disconformes de 2013, pero esa imagen parece haberse derretido. ¿Es así?

–Marina no puede ser considerada una líder popular, con raíces en la lucha de masas, hay que recordar que su trayectoria política fue construida en la vida institucional, ella fue concejal, senadora y ministra. Marina no tiene una formación política lo suficientemente sólida para encabezar un proceso de cambios profundos y por eso su discurso cambia según las circunstancias. Esta inconsistencia hizo que la juventud que la vio como una alternativa ya cambió de voto.

–¿Marina y Aécio Neves son los candidatos de los banqueros?

–Con un capitalismo cada vez más internacionalizado y hegemonizado por el sector financiero y las corporaciones transnacionales, las elecciones están cada vez más influenciadas por representantes del capital internacional. La candidatura de Aécio Neves representa a fuerzas sociales que quieren el retorno puro y simple del neoliberalismo y de la política sumisa con Estados Unidos. Marina representa a fuerzas dispersas con bajo nivel de organización política, y con el clima emocional causado por la muerte del candidato Eduardo Campos (el 13 agosto de 2014) aumentó sus posibilidades pero esto atrajo hacia ella oportunistas de todo tipo, venidos de la derecha, de centro y algunos ambientalistas. No creo en la posibilidad, de una victoria de Marina, porque estimo que no logrará reunir tras de sí a fuerzas sociales y populares suficientes.




Por Darío Pignotti

Desde Brasilia



Viernes, 3 de octubre de 2014

   

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